El director Michael Haneke recibió ayer el galardón de manos de la presidenta del jurado, la actriz Isabelle Huppert.

AGENCIAS

No hubo sorpresas en los grandes premios: El lazo blanco, la película de Michael Haneke, partía como favorita de la crítica y recibió ayer la Palma de Oro en una edición de Cannes que también hizo un hueco para el Anticristo, de Von Trier, pero no para el cine español.

La actriz Isabelle Huppert, presidenta del jurado, no tuvo que justificar por qué daba el máximo galardón del festival más prestigioso del mundo a un viejo amigo, un director austríaco llamado Michael Haneke que la hizo su musa en La pianista y El tiempo del lobo.

El lazo blanco, la escalofriante parábola que Haneke ambientada en los meses anteriores al estallido de la Gran Guerra, había ganado ya el premio de la crítica internacional FIPRESCI y partía como favorita para hacerse con la Palma de Oro. «La felicidad es una cosa rara», explicó este retratista de la parte más oscura del hombre, «pero puedo decir que en este momento me siento orgulloso», dijo Haneke al recoger el premio.

Sólo el realizador francés Jacques Audiard parecía capaz de hacerle sombra con Un prophet, su aterrador retrato de cómo un adolescente ingresa en la cárcel y acaba convirtiéndose en un carismático criminal. La película se quedó un escalón por debajo de El lazo blanco y ganó el gran premio del jurado.

Dos previos ganadores de la Palma de Oro -Quentin Tarantino y Lars von Trier- entraron por sorpresa en el palmarés con dos películas muy discutidas que fueron premiadas por su aspecto más indiscutible: sus excelentes interpretaciones.

Cine español

El cine español fue el gran olvidado de esta edición. Pese a su doble presencia en el concurso, ni Pedro Almodóvar con Los abrazos rotos ni Isabel Coixet con su incomprendida Mapa de los sonidos de Tokio entraron en la lista de premiados.

La que había sido anunciada como la edición «más española» del festival no terminó con un final feliz al estilo Hollywood, sino con un desenlace marcado por la decepción al estilo realista: Coixet y Almodóvar se fueron de vacío de La Croisette.

Galardonados

Charlotte Gainsbourg definió su experiencia en la polémica Anticristo como la «más intensa, dolorosa y excitante vivida hasta ahora» al recoger el galardón a la mejor actriz. Por su parte, la irreverente Inglourious Basterds tenía como punto fuerte al actor austríaco Christoph Waltz, todo un descubrimiento capaz de fagocitar las irregularidades del filme de Tarantino.

El jurado de esta edición, pese a rendirse a lo evidente en los grandes premios, dio amplio cuartel al cine asiático. Probablemente el galardón más sorprendente fue el que recibió Brillante Mendoza al mejor director por su aburrida para muchos Kinatay.

Por su parte, Lou Ye fue recompensado por Spring Fever, premio al mejor guión, escrito por Feng Mei. Además, Park Chan-wook, por Thirst, recibió el premio del jurado, compartido, con Fish Tank, de la británica Andrea Arnold.