EFE-LONDRES

El inglés JMW Turner está justamente considerado no sólo como uno de los grandes maestros europeos del paisaje sino también como un precursor del impresionismo de un Monet e incluso de la abstracción moderna. Pero una exposición titulada Turner y sus Maestros, que se inaugura mañana en la galería Tate Britain de Londres y que viajará luego a París y Madrid, le muestra no tanto como ese pionero que fue en muchos sentidos sino como el genial emulador de algunos de los grandes que le precedieron.

Desde el principio - y fue un precocísimo artista- y prácticamente hasta el final de su carrera, Turner (1775-1851) no dejó de medirse con los maestros a los que consideraba dignos de emulación y en ese ejercicio se forjó como el pintor idiosincrásico que conocemos. En ese deseo de imitar y superar a los más grandes, Turner siguió casi al pie de la letra la recomendación del primer presidente de la Royal Academy of Arts, Joshua Reynolds, quien aconsejaba a los pintores a estudiar con atención las obras de los grandes maestros del pasado.

Estos debían verse modelos a los que «imitar», pero también como rivales «con los que competir», decía Reynolds.