Erwin Bechtold, fundador junto a Erwin Broner del Grupo Ibiza 59, desarrolló en la Barcelona de los 50 y 60 una importante labor en el mundo del diseño.

El próximo 22 de abril Erwin Bechtold recibirá en Barcelona la Medalla 'FAD' 2010 «por sus valiosas aportaciones a la vida social y cultural» de Catalunya; según ha valorado el jurado de los premios de Foment de les Arts del Disseny (FAD) de Barcelona, uno de los reconocimientos más prestigioso de arquitectura y diseño de España y Portugal. Galardón que el polifacético artista alemán residente en Eivissa desde los años 50 recibe por sus trabajos de interiorismo de varias tiendas y librerías de la capital catalana en los años 50 y 60 y como diseñador durante más de tres décadas de las portadas de la editorial Destino.
Un reconocimiento inesperado, después de tantos años, por Bechtold, fundador junto con Erwin Broner del Grupo Ibiza 59. «Ha sido una sorpresa total que no esperaba para nada. Bueno, el segundo trabajo de interiorismo que hice en Barcelona, en la Librería Extranjera de la calle Tuset (el primero fue en la tienda Àncora y Delfín), ya ganó un premio FAD en el 61», apuntó ayer a este periódico el artista, añadiendo: «Pero yo nunca firmé esos trabajos, ni los de las portadas de libros ni la tipografía, porque mi base siempre ha sido la pintura. Hacía esas cosas principalmente para poder ganarme la vida y, sobre todo, para no hacer ninguna concesión en la pintura».
Libertad creativa
Aunque a Bechtold le hubiera extrañado que durante todos estos años no hubieran reconocido «esas actividades que cambiaron, hasta cierto punto, el mundo del diseño en Barcelona, sobre todo para los editores», en aquella época lo agradecía. «Así tenía toda la libertad para mi arte; que, por otra parte, en aquella época tampoco se vendía apenas. Pero en esos años nadie vivía del arte; ni pensarlo. Así que lo que hacíamos era por necesidad interior, nunca pensando en el mercado».
Circunstancias y limitaciones similares a las que sufrió con el Grupo Ibiza 59. «En los seis años de vida del grupo se vendieron muy pocas obras; y menos de las que hacía yo, porque quizás era el más atrevido de todos, dentro de lo que cabe», subrayó.
En su relación con Destino, Bechtold está sumamente agradecido a la actitud de sus responsables entonces, Joan Teixidor y su socio Joan Verges. «Dos empresarios maravillosos que me dejaron trabajar a mi aire y sin imposiciones. Nunca me devolvieron ni corrigieron nada, llegando a aceptar mis trabajos como imagen de la editorial. Y la mayor parte de los centenares de portadas que les entregué las hacía desde Eivissa, cuando no teníamos teléfono ni apenas comunicación directa», recordó.
En cualquier caso, el mundo de las imprentas y el diseño no era desconocido para Bechtold, pues esos oficios formaban parte de su mundo familiar. Así como la estética Bauhaus, que estudió en su Alemania natal. «Después de la guerra se tomó en serio en la educación el movimiento Bauhaus. Ellos fueron los primeros que valoraron como arte el diseño y lo aplicaron a cosas funcionales, como las máquinas. Por eso yo no sentía ningún freno en hacer esas cosas, y todo lo serio y bien que podía».
Aplicaciones prácticas directamente conectadas con su propia pintura, que se reflejaba en esos trabajos 'alimentarios' que le permitían sentirse independiente en su arte. Así en las portadas de los libros de Destino. «Yo nunca tomé esos trabajos como ilustraciones de la obra, que era lo que solía ser habitual en las portadas. Lo mío era más bien al abstracción y los símbolos; todo dentro de la estética cartelista. Por eso no preguntaba mucho sobre el contenido de los libros, sólo una información por encima del tema. Me interesaba más el ambiente del libro, si la cosa iba de una historia de amores, de novela negra o de lo que fuera», concluyó Erwin Bechtold.