Matilde Alonso, ayer en la inauguración de su exposición en el Col·legi d'Arquitectectes de Eivissa. | ESTEVE FRANQUESA

Hasta el próximo 4 de agosto estará abierta al público en la sede ibicenca del Col·legi d'Arquitectes (Can Llaneres, Dalt Vila; sólo mañanas) la exposición de pinturas En los límites de la ciudad, de Matilde Alonso, inaugurada ayer. Para la ocasión, la pintora y arquitecta valenciana, profesora de Urbanismo en la Universidad de su ciudad natal, ha seleccionado 40 obras realizadas en acrílico sobre tabla, acompañadas por micropoemas de Miriam Bermejo.

-Desde su vivencia personal, ¿qué puntos de conexión encuentra entre la pintura y la arquitectura?

-He ido llevando las dos cosas a la vez. En la Escuela de Arquitectura la formación es más universal, no se circunscribe solo a los aspectos técnicos. Desde los primeros cursos damos dibujo, y todos los temas relacionados con la composición permanecen durante toda la carrera. Además, dibujo desde que era pequeñita.

-¿Cómo ve el lado artístico de la arquitectura?

-Sólo el arte hace que podamos soportar la arquitectura, que, como cualquier objeto, ha tener una concepción artística. De hecho, el diseño está cada vez más metido en nuestra vidas; en unos casos con mucho acierto y en otros en forma de mamarrachos; pero en cualquier caso creo que todo el mundo busca la emoción que produce el arte. Así, creo que se debería hablar más bien de los aspectos emotivos de la obra de arte como un hecho universal, que se produce en pintura, escultura, arquitectura, poesía...

-¿Se considera más emotiva que racional?

-Totalmente, aunque sin embargo me gusta el rigor. Así, en mi faceta de profesora de Urbanismo, aunque el trato con los alumnos sea emotivo, a la hora de enseñar la disciplina urbanística sí que saco mi faceta rigurosa y la llevo hasta el último extremo.

-Por cierto, ¿qué nota pondría al urbanismo de Vila y de toda la isla?

-Esto siempre es relativo. Si lo comparas con lo que ha pasado en la Comunidad Valenciana, la isla es una preciosidad; pero si piensas en lo que podría haber sido esta isla, sería muy mejorable. Creo que para como está el mundo, Eivissa ha salido bastante bien del desastre y con notable dignidad. Así que cuando venimos a la isla decimos 'alabado sea Dios'

-¿Cómo ha evolucionado su pintura?

-He pintado siempre, ya le digo, pero cuando me lancé a presentar una exposición, en 2003, lo que pinté fueron mujeres, porque me siento muy relacionada por mi condición, claro, y porque mi familia está llena de mujeres. Además, las mujeres constituyen un motivo pictórico muy versátil que permite muchas y muy variables formas mientras vas desarrollando el cuadro.

Luego fui cambiándolas de escalas e hice una serie de caras de mujeres enormes; y aunque eran imágenes muy figurativas, al ser muy grandes se lanzaban hacia un mundo ideal, hacia la abstracción. Más tarde me metí en la línea de las ciudades, que además de estar más emocionalmente vinculada con mi profesión, es la serie que ha derivado con más facilidad hacía la abstracción, de una forma natural y sin tener que forzar nada.