El pintor alemán Eduard Micus en una imagen de 2000, el año en que murió. | Teresa Ayuga

El Espacio Micus (ctra. Jesús-Cala Llonga, Km. 3) acogerá desde las 19,00 a las 22,00 horas de mañana sábado la inauguración de una exposición de Eduard Micus, de quien este año se cumple una década de su muerte. «Presentamos cuadros de los últimos cuatro años de su vida, la mayoría de ellos inéditos, tanto aquí como en Alemania, y muy geométricos», apuntó ayer a este periódico Katja Micus, hija del malogrado artista alemán. La muestra estará abierta al público hasta septiembre; sólo los domingos (de 11,00 a 14 horas) o por cita telefónica en el número 971 19 19 23.

La exposición se presenta en el edificio anexo a la residencia de Eduard Micus, diseñada por el propio artista sobre una colina próxima a la urbanización de es Cavallet desde la que se divisa una magnífica vista de Dalt Vila. Un edificio que tuvo como modelo de referencia la Fundació Miró de Barcelona, obra del prestigioso arquitecto catalán Josép Lluís Sert, también muy relacionado con Eivissa.

Amor a esta isla

Eduard Micus llegó a Eivissa por vez primera, junto a su esposa Ingrid, en 1966. Desde un primer momento la pareja se enamoró de la isla, de su estilo de vida, su paisaje y sus gentes. Seis años después, en 1972, decidieron abandonar su Alemania natal para instalarse definitivamente en el Mediterráneo, junto a sus dos hijos, Katja y Stefan, fijando su residencia en Can Portas (Jesús).

Había nacido el 12 de julio de 1925 y falleció el 16 de noviembre de 2000 en su casa ibicenca. En el mes de julio de ese año, coincidiendo con el 75º aniversario del pintor alemán, el Museu d'Art Contemporani d'Eivissa (MACE) y la sala de cultura de Sa Nostra le dedicaron una amplia exposición antológica.

En el catálogo de la misma, Micus escribió un texto, La medida de los sentidos, que, entre otras cosas, dice: «Hace 28 años que vivo aquí. Amo la vieja Eivissa, que está construida con piedras recogidas de los campos para poder plantar algo, para levantar terrazas, para que el agua, cuando llueve, no pueda escaparse. Con estas piedras se construyeron paredes y casas (...) La vieja Eivissa no está planificada, en el sentido que nosotros damos a la palabra. Los hombres no intentaron introducir reflexiones que les resultaban inadecuadas. Construyeron como vivían y sentían: los sentidos produjeron la forma, y a la inversa. Era una unidad posible porque ningún material prefabricado marcaba de entrada las medidas. Hoy en día amamos estas características específicas, que ganan cada vez mayor importancia porque se oponen a la ratio dominante y son una prueba de armonía con el medio».

Como complemento de la exposición de obras inéditas de Eduard Micus, su hija Katja presentará su colección de abanicos. «Son unos 30, procedentes de muchos sitios y de colores y dibujos muy interesantes; pero yo no he construido ninguno, de momento», explicó la hija y heredera del artista alemán.

No es la primera vez que Katja Micus presenta en público algunas de sus colecciones. Así, en otra muestra reciente, de las tres o cuatro que acoge anualmente el Espacio Micus, mostró su colección de huevos de madera para zurcir calcetines. «También colecciono otra cosas, que ya iré enseñando en próximas exposiciones», señaló Katja Micus, quien asimismo suele presentar en este hermoso espacio que construyó su padre algunas de sus joyas de diseño propio; o discos de su hermano Stefan, músico reconocido internacionalmente, cuyas piezas de corte espiritual están tocadas con instrumentos tradicionales.