El nuevo Diccionari Biogràfic de Dones incluye a tres ibicencas: Margalida Roig Colomar, Emilia Noya Casanovas y Victorina Ferrer Saldaña. De esta última, nacida en 1847, que muere en Valencia ya entrado el siglo XX (no se conoce la fecha), precisa que es la primera escritora ibicenca conocida, autora de La Creu de'n Ribes y de Tradiciones y Leyendas. Romántica tardía, su obra está todavía bastante dispersa.
Pues para remediar en parte tal injusticia, «frente a la difusión alcanzada por otros testimonios de esta misma naturaleza y época, como los del Archiduque Luis Salvador o G. Vuillier», la investigadora ibicenca María Lena Mateu Prats, doctora en Historia, ha realizado el estudio El valor etnohistòric d'una llegenda ('La Creu d'en Ribes', de V. Ferrer Saldaña, 1868). En él precisa que los seis capítulos del texto, que fue publicándose por entregas en una revista de la época (según ha localizado Mateu), «aportan una valiosa información costumbrista sobre la isla en el siglo XIX».
La intención de dar consistencia verídica al suceso fantástico que fundamenta la leyenda, sería ya en principio una de las razones que llevarían a la investigadora ibicenca a tratar con rigor todos aquellos usos y costumbres del mundo rural isleño en que se enmarca el relato; a la vez que su interés por «revalorizar las tradiciones populares que caracterizaron al romanticismo y de las que se nutrió la Renaixença», valoró Mateu Prats a este periódico.
En su contexto
El hecho de que la historia se focalice en Santa Eulària en un primer domingo de mayo, por celebrarse entonces la fiesta de Nuestra Señora de Mayo, lleva a la investigadora a recordar «el gran arraigo que en ese día ha venido teniendo, dentro del ciclo festivo de las rosas, la muy antigua del Roser de Maig (o Virgen del Rosario) en tierras catalanas. Destacando con ello todas aquellas referencias que se hacen al rosario -o corona ofrecida a la Virgen- no sólo en la narración de Victorina Ferrer, sino también en las numerosas variantes de esta misma leyenda, por más que estas se reduzcan a una simple secuencia del desenlace y aparezcan trivializadas al estilo de un cuento o rondalla».
Pese a esas diferencias que las distancias, una y otras suelen compartir como constante el mostrar al hombre ibicenco con un rosario colgando del cuello, tan como ha quedado fosilizado en su traje típico, en conformidad con la correspondiente, e importante, implantación devocional en la isla. A lo que V. Ferrer añade la disposición de otro rosario sobre el pecho de la mujer, en lo que por su parte constituye una relevante documentación de la emprendada de plata y coral, ausente en las obras del Archiduque y Vuillier. «Rosario que aquí vemos junto a un collar también de coral -tal vez el que muestra el grabado de Cambessèdes- entremezclado con otras prendas de oro, de manera similar a como, por ejemplo, ocurría en una información de 1860, mucho menos precisa en este aspecto», opina Mateu.
Información etnográfica
En realidad, la pormenorizada reseña que V. Ferrer hace tanto de estas joyas como de los trajes tradicionales de hombre y mujer, «puede considerarse, precisamente, una de sus informaciones etnográficas más significativas. Descripciones que, de esta forma, pasan a conjugarse con otras fuentes de estudio e incorporarse a la correspondiente recopilación realizada hasta el momento, permitiendo perfilar cada vez con mayor nitidez el proceso evolutivo que, a lo largo del tiempo, fue incidiendo en ambas manifestaciones», precisa al experta, autora del libro Gonelles y Joies en Ibiza y Formentera (aproximación a sus paralelismos en el Mediterráneo), siglos XVII-XX, un trabajo con el que Mateu Prats ganó (ex-aequo) en 2006 el Premi Vuit d'Agost d'Investigació del Consell.
Es que, como precisa, «no es admisible la consideración de algunos de esos trajes o joyas como un inmutable testimonio de tiempos lejanos, aún cuando esta sea la imagen que, por unos u otros motivos, sigue insistiéndose en divulgar. Y así resulta penosa la inversión, incluso pública, en proyectos que -básicamente en función de esos intereses, mitificaciones o conceptos-, se revisten de un valor que no tienen, mientras se ignoran, o incluso se niegan acientíficamente, los auténticos documentos del pasado», señala Mateu Prats, añadiendo: «Uno de ellos es, sin duda, La Creu d'en Ribes; por lo que resultaría lamentable que tal aportación etnográfica siguiera oculta en la trastienda oscura de la investigación. Ya no por el mero desconocimiento de su existencia, sino por una falta de sensibilidad o postura errónea de aquellas instituciones que tienen en su mano la llave de darlas a conocer o de sumirlas en el olvido».