Un momento de la 'master class' que el músico ofreció ayer por la tarde.

Eran poco más de las 18 horas cuando el virtuoso guitarrista Jesús Prieto Pitti arrancaba las primeras notas de su guitarra española.
Una veintena de alumnos, aproximadamente, concentrados y silenciosos escuchaban atentamente los primeros temas flamencos que el músico interpretaba sobre el escenario, con luz tenue, los ojos cerrados y la emoción que requiere este estilo.
Pitti recibía las preguntas que le llegaban desde la platea con enorme humildad, como si aún tuviera mucho que aprender. «Me siento un poco abrumado», reconocía el guitarrista.
Antes de empezar a tocar el segundo tema explicó que no llevaba nada escrito ni preparado. «Voy tocando como el que va por el campo cogiendo setas. Lo tengo todo escrito en la mollera», aseguró antes de explicar que la afinación que usaba era la flamenca. «Es la que se usa para tocar, por ejemplo, rondeñas», puntualizaba. «Lo aprendí de dos chavales a los que vi tocar en una tienda», relataba, y agregó: «De todos se puede aprender. Yo he aprendido de mucha gente y quizás hay alguien aquí que toca mejor que yo».
Su manera de expresarse y compartir su arte entre bromas y multitud de anécdotas responde a su larga carrera como docente, que el músico abulense desempeña en Barcelona y en Valladolid.
Entre el público, sus amigos y anfitriones, los miembros de Ressonadors también le hacían llegar sus inquietudes musicales. «Uso el pulgar de la mano izquierda, a la hora de tocar la guitarra por comodidad. Pero esto hace unos años, en un conservatorio, era motivo de suspenso, recordaba Prieto.
Sobre el escenario reposaban otras cuatro guitarras: una acústica de doce cuerdas, una charver, una telecaster, una guitarra acústica y un bajo. A todas ellas el músico sabe sacarles el máximo partido para multiplicar su sonoridad.
Memoria musical
Una de las personas que forman parte del equipo que acompaña a Pitti en sus giras aseguraba que, «tiene un tocadiscos en la cabeza. Le tocas cuatro notas o una canción una sola vez y es capaz de repetirla sin equivocarse», aseguraba. Y es que, a pesar de que el cometido que el guitarrista debía desempeñar durante la tarde era el de explicarse, sus 'alumnos' no paraban de animarle a que tocara la guitarra para poner en práctica lo que había explicado. La parte de guitarra española finalizó con el tango Volver y después, siguió deleitando a los asistentes con las posibilidades sonoras del resto de guitarras.