Arturo Calce junto a su esposa y su musa Sara Rumignani, en una foto de su álbum personal.

Arturo Calce (Venecia, 1955) presenta hoy una colección de obra reciente, a las 21 horas, en El Bar de El Hotel Pacha. Se trata de diez creaciones en metacrilato que ha agrupado bajo el título Black & White Collection. Calce ha limitado su paleta cromática al máximo para obtener una sensación de pureza en cada obra. Esta deliberada decisión de usar pocos colores más allá del blanco y el negro se debe a «una contraposición a los exuberantes colores que predominan en la Isla», aseguraba ayer el artista, que fijó su residencia en Eivissa hace un año.
La de estos días es su segunda exposición en la Isla y en ella ha desarrollado una técnica pictórica que viene determinada por la transparencia de este lienzo rígido. «Empiezo pintando en el sentido opuesto en el que pinta el pintor de un lienzo. Es decir, empiezo por los ojos, luego pinto la tez, el cuerpo y, finalmente, cubro todo el cuadro de negro, que es el fondo», relataba ayer el italino, que añadía que «la sorpresa llega cuando giras el cuadro y ves como aparecen todos los colores, ocultos tras la capa del fondo en la cara B». Ese toque opaco, unido al brillo del plexiglas, hacen que los cuadros se conviertan en un espejo y que los visitantes de la exposición puedan adentrarse, de alguna manera, en cada obra.
Tridimensional
Arturo Calce ha conseguido que sus obras adquieran textura y relieve. Para ello, utiliza a modo de trazos de un pincel, hilos que es capaz de coser a lo largo del cuadro, mediante una serie de pequeños agujeros a través de los que teje el cuadro. «Hay pocos pintores que trabajen en metacrilato», asegura. «Estaba muy cansado de pintar sobre tela», recuerda cuando, hace quince años decidió empezar a trabajar con este material, que eligió porque «permite una lectura muy fácil, un contacto ligero que huye de toda provocación» y añade: «Necesitaba hacer un producto más 'limpio' y sencillo que consiguiera abstraer a la gente de los problemas que pueblan nuestra vida cotidiana».
La incorporación a sus obras de elementos como luces Led permite su colocación en espacios exteriores, como jardines. «El arte no tiene por qué estar siempre colgando en una pared, es importante que salga al exterior», confiesa.
En su obra abunda el cuerpo humano femenino como referente de inspiración para la creación. «Me encanta su mundo. Mi mujer, Sara Rumignani es mi musa», señala.
«Eivissa me permitió liberar la mente y adentrarme en el camino de la libertad de expresión», resalta. «Para mí, la clave de mi obra está en guiar a la gente de manera sutil y a través de trazos sencillos. Yo percibo los colores de la gente, la musicalidad de su voz la transformo también en colores», concluye.

Observador de lo contemporáneo
«Siento la necesidad de pintar», asegura Arturo Calce. El italiano empezó a viajar por toda Europa cuando era joven y se conviritió en un observador meticuloso de la realidad que le rodeaba. Sus viajes se iniciaron por una voluntad de conocimiento y por su pasión por el arte. Al principio de su carrera optó por un camino experimental que le llevó a expresar su creatividad en el mundo de la moda, el diseño y la decoración de interiores antes de alcanzar su madurez artística a través de la pintura.
Sus pinturas están inspiradas, según sus propias palabras en «imágenes, sensaciones, olores y sabores que emanan del Pop-Art». Sin embargo, la corriente artística con la que más se identifica es el expresionismo y se confiesa un auténtico amante de Vincent Van Gogh. Su obra se ha presentado en lugares como Londres, Milán y Nueva York.