Rafel Bataller descubrió el paraiso mediterráneo de Formentera en 1956. Desde entonces y cámara en mano, el catalán ha inmortalizado los paisajes idílicos de la isla, el devenir de sus habitantes y de su arquitectura. La muestra que se inauguró ayer, y que permanecerá abierta hasta el día 29 de julio en el Centre Antoni Tur 'Gabrielet', recoge en 22 instantáneas numerosos testimonios del idilio que mantiene Bataller con Formentera.
Rafel Bataller (Blanes, 1920) se enamoró de una isla prácticamente virgen, de la transparencia de sus aguas y de la forma de hablar de la gente, que le recordaba a la de la localidad barcelonesa donde nació.
Al cabo de pocos años decició fijar aquí su residencia y construir su refugio veraniego, junto a su esposa. Desde entonces, los pinceles y la cámara han sido testigos de sus estancias. Los retratos de payeses con la vestimenta típica, de pescadores, de fiestas, de procesiones marítimas, de entierros, del vecindario de Porto-Salè, de molinos o de las casas con porche abundan en su obra.
Los organizadores de la muestra han destacado una serie de cuadros de formenterenses que alcanzaron un éxito mundial a partir del encargo de un cartel que le hizo la dirección general de Promoció Turística en 1971.
El Fons Fotogràfic de Rafel Bataller está preparando la cesión de una copia de la colección de fotografías del pintor a Formentera para el Arxiu d'Imatge i So de la isla, para lo que se firmará un convenio de colaboración entre las dos instituciones.
A pesar de que la fotografía siempre ha sido un complemento a su actividad de pintor, Bataller ha recibido, en diferentes puntos de España, numerosos reconocimientos, premios y homenajes por su faceta como retratista.