Miguel Centellas, ayer, en la sede de Can Llaneres momentos antes de que comenzara la conferencia que ofreció sobre su tesis doctoral. | Marta Martín

Can Llaneres, sede de la Demarcació d'Eivissa i Formentera del Col•legi Oficial d'Arquitectes de Balears, acogió ayer por la tarde la conferencia titulada Los pueblos de colonización de José Luis Fernández del Amo: Urbanismo, arquitectura y arte, que corrió a cargo de Miguel Centellas Soler (Barcelona, 1956). Este trabajo, que sirvió como eje de la charla ofrecida ayer, fue publicado el pasado año por la Fundación Caja de Arquitectos y recoge la tesis doctoral de Centellas, leída en 2006. Este exhaustivo análisis de la obra del arquitecto José Luis Fernández del Amo ha sido elegido como uno de los finalistas a los Premios FAD 2011, en la categoría de Pensamiento y Crítica.
Según explicó Centellas durante su exposición la labor principal de Fernández del Amo consistió en «la construcción en España de 12 pueblos de colonización que partían de la idea de desarrollar la precaria situación económica y apostar por la agricultura». En España se construyeron alrededor de 300 pueblos de este tipo en los que participaron aproximadamente 70 arquitectos.
«José Fernández del Amo, funcionario del Instituto Nacional de Colonización (INC), fue el arquitecto más importante de este proyecto, impulsado por la institución para la que trabajaba», apuntó Centellas, que definía este tipo de construcciones como «espacios destinados a poner en valor la tierra, cultivarla con fines económicos y que constan de las mínimas condiciones y equipamientos para la vida del colono». Estos pueblos, dotados con edificios destinados a albergar una escuela, ayuntamiento o centro social, «están desarrollados en el medio rural, alejados de núcleos urbanos y, en general, los arquitectos intentaban, unas veces con más y otras con menos acierto, que tuvieran un carácter popular», apuntó Centellas.
«Eran construcciones mucho mejor adecuadas al entorno que ahora», aseveró el barcelonés, que agregaba: «Los pueblos de colonización son ahora una gran lección de urbanismo y arquitectura». En este sentido, Centellas hacía una comparación con la situación de la vivienda actual, donde se tiene en cuenta una parcela de 100 metros para construir. «Los pueblos de colonización se hacían en parcelas de una media de 600 metros cuadrados, todo un lujo hoy en día», relataba el catalán al hablar de estas poblaciones donde peatones y coches circulaban por vías separadas.
Referente
En el año 90, Miguel Centellas Soler se fijó por primera vez en el trabajo de José Luis Ferández del Amo. De entre todos los pueblos que el arquitecto barcelonés ha podido conocer destaca los dos únicos que tienen la distinción de Bien de Interés Cultural. Se trata de Vegaviana de Cáceres y Miralrío en Jaén. «Ambos tienen unas particulares bastante destacables pero, probablemente, Vegaviana resalta por la presencia de varios artistas de gran importancia», apuntó ayer Centellas.

Pueblos y poblados llenos de arte
La diferencia entre los términos pueblo y poblado suele llevar a confusión entre los que no son expertos en arquitectura. Incluso se usan de manera indistinta en los archivos del INC para hablar de estas construcciones características de la España de la postguerra.
Mientras que pueblo define las poblaciones que surgen de una manera espontánea, la palabra poblado se aplica a las construcciones organizadas.
En la arquitectura popular, cada persona se construía su vivienda y no había un proyecto previo que desarrollara todo el poblado. «Yo prefiero la palabra pueblo que poblado», aseguró el conferenciante.
José Luis Fernández del Amo comenzó a dirigir el Museo de Arte Contemporáneo desde su creación en el año 1952 que compaginó con su labor como funcionario. «Era una persona inquieta, curiosa y muy culta», rememoraba Centellas. Según él mismo: «Desde su puesto empujó a jóvenes artistas para iniciar su carrera en el acondicionamiento interior de las iglesias en lo que se refiere al arte religioso que éstas albergaban».
Así, los artistas emergentes comenzaron restaurando, con diferentes técnicas, pinturas, esculturas, cerámicas, via crucis o retablos. «Esta fue una de sus facetas más desconocidas y que por suerte se empieza a ver la luz», concluía el ponente que ha publicado varios libros sobre la importancia del arte en los pueblos de colonización.