El pintor catalán Antoni Taulé inauguró ayer una de sus exposiciones más ambiciosas de las realizadas en Formentera en los últimos tiempos, al poder disponer de dos espacios totalmente distintos como la Sala d'Exposicions de l'Ajuntament Vell y la iglesia de Sant Francesc, que contiguas, pared por pared muestran una sobriedad conceptual en las líneas que se suma a las propuestas creativas del autor que a su vez conjuga y fuerza visiones contrapuestas.
Es una suma especial como menos peculiar ya que la sala de exposiciones fue en su momento y durante décadas la sede del poder político, el consitorio de la isla, y ese edificio se construyó apoyado en un lateral de la propia iglesia, fortificada que incluía simbólicamente el poder eclesiástico y militar.
En la inauguración de una expo singular como la propuesta por un pintor tan prestigioso como Toni Taulé, es lógico esperar que los artistas que están por estas épocas en Formentera se dejen ver en la inauguración para saludarle. Para otros se trata reencontrarse cuando, es el caso de muchos, viven en París, Italia o la península y sólo coinciden temporalmente en verano en ese crisol creativo que es Formentera. Así ayer por la Sala d'Exposicions de l'Ajuntament Vell se vió desfilar a pintores como Robert Hawkins, Gilbert Herreyns, Erro, Pier Paola Cané, Rafael Bataller, Celia Jiménez o César Ordás, pero también estaba ese fenomenal binomio formado por Isabel Echarri y Diego Etcheverry, el creador Angelo Piersimoni, el es cultor Aaron Keydar, el ceramista Àngel Berenguer y fotógrafos como Melba Levick o García Àlix, el conocido galerista parisino Nello di Meo.