De izq. a dcha. Pere Ignasi, Sara Ramón Roselló, concejala de Educación y Cultura de Sant Antoni y Miquel Costa, técnico de Cultura.

Hachas, cuchillos de grandes dimensiones y tubos son algunos de los materiales que utiliza el artesano Pere Ignasi (Sa Pobla, 1949) para moldear, a 1.000 grados de temperatura, las piezas que esculpe en cristal. Ahora, el artista presenta su obra en una colección de piezas de formato mediano que se inaugura hoy, a las 20 horas en sa Punta des Molí, que permanecerá abierta hasta el 17 de septiembre. El artista acudirá a menudo a la sala y se mostró interesado en realizar recorridos didácticos para los visitantes que deseen profundizar en su trabajo.
Esta es la segunda vez que el artista expone en Eivissa, donde ya presentó sus esculturas en el bar Las puertas del cielo. Algunas de las treinta piezas que se recogen en esta exhibición formaron parte de esa primera muestra. Sin embargo, la mayoría son inéditas y han sido fabricadas entre 2009 y 2010.
«Utilizo óxidos metálicos para colorear las piezas», explicó el artista, que reconoce no estar muy acostumbrado a dar detalles pormenorizados de su proceso creativo. Sin embargo, el mallorquín explicó que actualmente es posible adquirir cristales coloreados en algunos países europeos. «Hasta los colores que se utilizan tienen que ser compatibles con el tipo de cristal que usas», señala. En este sentido, Pere Ignasi comentó que «todos los cristales son especiales porque no hay ninguno igual».
Expresión
«Tuve un accidente, cuando era pequeño y mi familia necesitaba que yo trabajara», relató el mallorquín que continuó diciendo que «en vez de ser carpintero u obrero, comencé a trabajar en el horno de un vidriero que me enseñó el oficio artesanal».
Sin embargo, tras varios años ejerciendo esta profesión decidió abandonarla y dotar a su trabajo de una dimensión artística. «Ahora la industria del cristal está en manos de comerciantes y pequeños industriales», aseguró.
Él, desde su propio horno, se dedica a moldear esculturas, que evocan formas de la naturaleza.
«Hay un margen para moldear las formas de 300 grados. Es decir, unos tres minutos, hasta que la temperatura desciende a 700 grados, en los que la pieza se puede moldear antes de que el material se vuelva rígido», apuntó. Dado este corto margen de tiempo para finalizar las esculturas el artista asegura que el planteamiento previo de cada pieza no admite margen para el error. Para ello, utiliza dibujos y su imaginación, pero nunca la improvisación. «Si no lo tengo todo mil veces claro en mi cabeza, primer plano, segundo plano y tercer plano, es mejor que me olvide», concluyó.

Artesanía desconocida
«El origen de las cristaleras se remonta a la época de Nerón, según los historiadores», relató el artesano mallorquín, que añadió: «Soplaban una burbuja de cristal y la partían por la mitad para incrustarlas en puertas de madera y así obtuvieron la primera forma de cristal fino que se conoce».
Ahora, la sofisticación de técnicas permite conseguir colores que, según el artista, «no se obtienen ni en pintura».
Por otro lado, el artista lamentó el desconocimiento que existe de esta forma de arte por parte de la sociedad. «En el norte de España es más conocido y apreciado», aseguró. Y es que según él, «aquí nunca ha habido tradición de vidrio. Todo es importado, copiado de Venecia o Murano».