OLYMPUS DIGITAL CAMERA | Guillermo Romaní

Anna Ametller, Barcelona 1982, se define como una miembro de la generación del 'naranjito' que fue la mascota del mundial de fútbol que se disputó en España ese año, pero poco tiene que ver con esa mascota. Licenciada en Bellas Artes por las facultad de Barcelona, terminó su carrera en Nottingham «en el bosque de Sherwood» dice riéndose porque todo el mundo asocia algunos parajes con historias o mitos que jamás se olvidan. Y quizás por ello no duda en fotografiarse detrás de la estructura denominada tiburón ballena, como un ejemplo de Jonás femenino que emerge del vientre del animal.
Ametller reconoce que ella estuvo en Formentera de pequeña, tan joven que no se acuerda de nada, pero que viviendo en la Costa Brava «siempre he querido vivir en una isla, en una isla como esta en la que la gente deja las puertas abiertas, se vive de forma relajada y eso es lo que me atrae de Formentera, un lugar desde el cual puedes ir a cualquier punto de la isla, a playas o lugares impensables, maravillosos».
La artista que trabaja una manera particular de interpretar y reinventar los objetos que encuentra en las playas lleva tres años formando parte del paisaje de la isla, tres años en los que ha participado en diversas muestras, siempre colectivas, por lo que la de ayer es su primera exposición en solitario.
«Es un mini acuario, tengo especies varias en las paredes, todo ello en función de los materiales que he encontrado -explica la artista que señala al mismo tiempo- en muchos casos representan peces reales pero en otros son imaginarios producto de los propios materiales que los dibujan». Entre ellos destaca un tiburón ballena «un pez que me encanta, lo encuentro muy bello y con los materiales encontrados he trazado un referente escultórico del mismo».

Veinte obras desde y hacia el mar

En la Sala d'Exposicions del Ajuntament Vell cuelgan una veintena de obras bajo el título de 'Mare Nostrum'. Principio y fin de la exposición, Ametller rastrea en las playas en busca de elementos abandonados por el mar susceptibles de ser incorporados a su universo creativo y, al mismo tiempo, esos objetos, combinados como si solucionara un gran puzle son el regreso al mar, ya que la muestra gira en torno a los peces, nunca pescados, libres y sugerenes, amenazadores o divertidos.