La artista leonesa afincada en Formentera desde hace años, Nieves López, Nilo de nombre artístico, está ultimando estos días y a un ritmo casi frenético, las obras que presentará en Madrid bajo el título Reciclando el mundo a partir del 5 de febrero y hasta el 24 de ese mismo mes en la sala Ra del Rey en la calle la Reina de Madrid.
Probablemente esa paradoja del nombre de la galería, que habla del rey pero está ubicada en la calle de la reina ya es un preludio de cuanto presenta la artista. Contrastes, espejos mentirosos. En su estudio de Punta Prima la creadora está inmersa en una conjunción de ideas, objetos y sujetos que le hacen replantearse una y otra vez las obras que cree terminadas. Según explicaba ayer, a Madrid tiene previsto llevar entre 20 y 25 obras, pero sigue trabajando con algunas y tiene ideas para otras. Al final viajará con «más de una veintena, cuántas lo decidiré en el momento que las embale e incluso llevaré algunas que es probable que ni exponga».
Nilo tiene claro que todo es susceptible de ser descontextualizado y reinventado dándole una nueva dimensión al objeto o la suma de los que conforman cada una de sus obras. De la exposición realizada en agosto pasado en la sala del Ajuntament Vell de Formentera al material que está finalizando se aprecia una depuración estilística, Nilo deja de lado el barroquismo en objetos o composiciones y tiende a la simplicidad conceptual, a la limpieza de los trabajos, unos trabajos que eso sí, siguen dominados por sus temáticas favoritas, la soledad y lo inverosímil, y los elementos propios de su vis creadora, espejos, cristales, lupas y muñecos, con los que elabora paisajes insólitos, sugerentes, ensoñadores pero a la vez, descarnados en los que la soledad o la impotencia son patentes como reflejo de una sociedad que tiene a la desconexión humana.
En su trabajo, Nilo cuestiona de alguna manera la realidad del ser humano, propone su reinterpretación existencial y minimiza su ego, su importancia y su lugar en un universo
Según la propia Nilo, «una exposición de objetos reciclados es una manera de trabajar que me encanta tanto a la hora de encontrarlos o descubrirlos como al reinterpretarlos y convertirlos en una reflexión». La artista reconoce su pasión por utilizar pequeños muñecos que se utilizan para humanizar las maquetas. Con sólo cinco piezas construye la confrontación espacial hombre/objeto de la que siempre surge una propuesta emocional impactante.

La vida
Nilo considera que a la hora de abordar no sólo el arte sino la vida «tenemos que repensarnos, no somos lo que nos creemos, somos muy poca cosa respecto al universo», incide en otros aspectos de su obra como la abundancia de espejos y de ojos: «Me gustan los ojos y las miradas, las directas y las reflejadas, los brillos; por eso lo mezclo todo un poco».
Nilo vive entre Formentera y Lyon, amante del arte, del diseño y de la arquitectura, su obra se centra en el ser humano, en sus diferentes espacios y estructuras. La artista utiliza su propia técnica, reciclando elementos antiguos y mezclándolo con una amplia gama de otros materiales. Actualmente explora una nueva vía creativa, una línea de trabajo en la que un muñeco, una lupa y el dibujo sobre papel del propio muñeco conforman propuestas sugerentes y dejan abiertas puertas de un desarrollo continuado.

Héroes, villanos y un homenaje al ego
Entre las obras de Nilo hay un par de ellas que se centran en Tintin, pero las dos visiones presentan estudios claramente diferenciados, desde la triple dimensión de un mismo Tintin que se refleja a sí mismo y se sigue-persigue a una esfera transparente en la que junto a él están los coprotagonistas inseparables de sus aventuras, el capitán Hadock, Milú y los torpemente infatigables Hernández y Fernández; también hay un ‘maloso' pistola en mano, como uno de los tintines, claro, pero se echa en falta, para cerrar el círculo al inefable profesor Tornasol y la gran diva Bianca Castafiore.
Y en una de las campanas que engloban esos mundos especiales también están Nieves López y su marido, Luigi, que en magníficas maquetas tridimensionales aparecen centrando una escena que invita al descanso y a la relajación, por las personas pese a la inquietud del entorno.