Una imagen de la escritora, traductora y pintora catalana Ana Manrique, que forma parte de su álbum personal.

Ana Manrique (L'escala, 1964) es la autora de Estas cosas pasan, su tercera novela tras No es tan fácil llevar bragas y Nadie dura siempre. Ahora, regresa a la escena editorial para explicar una historia inusual que parte de dos personajes, formados por una pareja de jubilados, algo que ella misma define como «inusual». Mañana, mantendrá una reunión con un club de lectura ibicenco para comentar diferentes aspectos de esta novela. El encuentro será, a partir de las 21,30 horas, en el bar La Bodeguera (Vila). Manrique hace gala de un discurso claro, firme y sin tapujos, que ha intentado plasmar en una novela fresca y realista.

-¿Cuál es el argumento de este libro?
-Hay muchos protagonistas, pero los primeros que te encuentras son una pareja de jubilados. Yo siempre he tenido muy cerca a la gente de la tercera edad y parece que no, pero los jubilados se pegan más fiestas de lo que parece. El hombre es un ‘pequeño dictador' en su casa y quiere unas vacaciones gratis. Consigue una cabaña en un pueblo, de pocos habitantes, lleno de personajes pintorescos. Todos los nombres de los personajes tienen un doble sentido.

-La suya es una trama coral, ¿disfruta con este tipo de argumentos en los que muchos personajes forman un todo?
-Depende de como las teja, ya que para mí, los personajes son hilos. A veces otras tramas pueden ser pesadas o tener huecos. Sin embargo, otras las han bordado. Si me pidieras un ejemplo en la literatura española sería La vida es sueño, de Calderón de la Barca, que encima lo hizo en verso.

-¿Qué sensación le produce poder tener acceso a las opiniones de los lectores a través de Internet?
-Me parece un privilegio. Todos los escritores, hasta ahora, estaban limitados a lo que decía la crítica o algún lector que acudía a alguna conferencia. Ahora te pueden llegar opiniones desde todo el planeta y me parece mágico.

-¿Qué le parece tener la oportunidad de acercarse a los puntos de vista de los lectores?
-Me parece algo muy bonito y considero que el club de lectura hace un gran esfuerzo con estas iniciativas. Para mí, mil compradores no suplen a un lector que ha leído el libro, se lo ha pasado bien y quiere hablarte de él. Es súper bonito porque, aunque haya interpretado algo diferente a lo que yo quería transmitir, ha leído mi mensaje. Como no soy una escritora famosa y no lo seré nunca, tengo la sensación de que he lanzado una botella al mar y ha llegado a Eivissa. Valoro muchísimo el esfuerzo que realiza la gente que acude a estos encuentros. Es muy loable que alguien se tome la molestia de salir de su casa y venir a escuchar lo que digo porque ha leído la novela. A mí eso ya me basta. Además, me fío mucho de la opinión del lector de la calle.

-Traductora, guionista y pintora, ¿cómo comenzó su faceta como novelista?
-Después de una época de muchísima actividad laboral en la que trabajaba unas 20 horas al día y me colapsé. Ahora, escribo por vocación y todo lo que hago ahora es vocacional, hasta ir a Eivissa.

-¿Cuál es actualmente su relación con la Isla?
-En Eivissa viví hasta los tres años. Tengo muchas ganas de reencontrarme con la gente y con el lugar. Desde que vivía aquí no he vuelto nunca a la Isla pero aún conservo los recuerdos de la luz, los olores y el color del mar de mi infancia.


«En este libro decidí relajarme»
La narrativa de la autora ha ido evolucionando a través de sus trabajos. «No es tan fácil llevar bragas es muy divertida pero tiene golpes bajos, tiene ganchos de izquierda. Nadie dura para siempre es ‘métete en el ring y a ver si no te duele la cara'. Aunque es muy divertida, si no has superado ciertos traumas, duele.
«En este libro decidí relajarme y relajar también a los lectores», asegura Manrique, que hace hincapié en que no fue una decisión consciente. «Creo que en la próxima novela no dejaré descansar a nadie», confiesa entre risas.