Una colección de periódicos que muestran esta faceta que desarrolló Eduard Micus antes de trasladarse a Eivissa.

Casi cincuenta años de experiencias vitales resumidas en una exposición. Esta es la idea que propone el Espacio Micus en la retrospectiva de Eduard Micus que hoy inaugura, de 17 a 21 horas, y que permanecerá abierta hasta el próximo mes de julio. La colección de piezas, que ronda el medio centenar, se remonta a 1946 e incluye piezas que datan de 1990, aproximadamente.
La exposición comienza con una muestra de cuadros de corte naturalista, que el artista alemán pintó cuando rondaba los 20 años. «No quedan muchos cuadros de esta época», explicaba ayer Katja Micus. La hija del artista ha sido la encargada de realizar la minuciosa selección que continúa con piezas que su padre creó en los años 50, cuando estudiaba con Willi Baumeister en Stuttgart. «Fue una etapa de cinco años que pasó formándose en la academia y el resultado fueron sus primeras mitades», apuntaba Katja, refiriéndose a los característicos lienzos divididos en dos partes que otorgan el característico sello de identidad a la mayor parte de la obra pictórica de Eduard Micus.
Ecléctico
En una etapa de tres años, entre 1965 y 1968, Eduard Micus comenzó a trabajar de manera muy prolífica en sus creaciones con una clara influencia del movimiento ‘pop-art’. «Los cuadros se caracterizan por el uso de colores muy llamativos», afirmaba la hija del pintor.
En el año 1972, cuando la familia Micus se trasladó a vivir a Eivissa, aún quedaban en poder del artista algunas obras pertenecientes a esta etapa que, según su hija, «decidió cubrirlos de pintura blanca porque, una vez llegó a la Isla blanca, dejaron de gustarle los colores». Pese a que algunas obras aparecen cubiertas por una tonalidad lechosa que suaviza los tonos, aún quedan algunas piezas de esta etapa que se muestran en la exposición que hoy comienza.
En los años 80, las obras se caracterizan por el uso de abundantes tonos blancos, grises y beiges, en sintonía con los colores orgánicos de la Isla que inspiraron al pintor. Posteriormente, a finales de los 80 y los 90, la última etapa que se cubre en la exposición puede apreciarse una recuperación del uso del color en sus cuadros.
Se trata de óleos, en su mayoría en los que el pintor incorpora la técnica del coudrage (cosido). Así, la división entre ambas mitades en los lienzos va más allá del planteamiento sino que se hace evidente a través de las costuras, cosidas a la tela por Ingrid, la esposa del pintor, y que dotan a los cuadros de textura.
La muestra, además, incluye algunas fotografías del álbum personal de Eduard Micus y una generosa muestra del trabajo que desarrolló como ilustrador y diseñador en diferentes periódicos de Alemania.
En el año 1972 la decisión fue rotunda y decidió dejar atrás una exitosa carrera para establecer aquí su residencia y dedicarse exclusivamente a la pintura, algo que consiguió gracias al apoyo de personas como el galerista Carl van der Voort.

Los recuerdos como guías
«Recuerdo a mi padre dibujando continuamente y a mi madre leyendo», asegura Katja Micus. Ella misma se ha encargado de hacer la selección de piezas y reconoce que en algunos momentos no ha sido una tarea fácil. «Conozco y reconozco a muchas personas y momentos de mi infancia en la obra de mi padre y, a veces, es triste», apuntaba Katja.

-ESPACIO MICUS. Ctra. Jesús a Cala Llonga, km. 3 a la izquierda. El desvío está situado a 200 metros a la derecha. Horario: Todos los domingos de 11 a 14 horas. Solicitud visitas: 971 19 19 23.