Adrián Martínez Marí.

Nacido en una isla, Adrián Martínez Marí (Eivisa, 1984) ha desarrollado su vida artística en otra a cientos de kilómetros de distancia. Desde Tenerife, su obra ha saltado mares y continentes para presentarse en Roma, Carrara, Valencia, Chicago, Eivissa o Barcelona, entre otros destinos. Ahora ha decidido regresar a su tierra natal para «abrir fronteras».

—¿Por qué ha decidido instalarte ahora en Eivissa?

—En Tenerife he iniciado y desarrollado mi carrera artística, allí convivo con artistas y personas relacionadas con el mundo del arte que me han ayudado a madurar en mi proceso. Ahora estoy en un momento en el que necesito abrir fronteras en mi carrera y durante una temporada me instalaré en Eivissa. Aprovecharé para poder ver más de cerca el circuito artístico balear. La reapertura del Museu d’Art Contemporani d’Eivissa hace que sea más seductora la vida artística y cultural en la isla.

—Ibicenco y tinerfeño a un tiempo, ¿de qué modo influye en su obra la idea y la imagen de las islas?

—La imagen de la isla tiene una relación con el paraíso, con la idea de habitar, así como de lo transitorio. La obra no tiene una lectura cerrada, pero las imágenes se generan de una reflexión acerca de la insularidad, de lo que significa habitar en ella o el habitar como concepto. Detrás de esto viene la idea del turismo, el cual se configura como una problemática no solo económica y ecológica, sino también centrada en el deseo. Son representaciones de un inquietante paraíso teatralizado en blanco y negro.

—Se inició en la pintura, pero ha ido derivando hacia el uso de materiales poco usuales como el hilo o el aprovechamiento de la sombra. ¿A qué se debe ese giro?

—La búsqueda del material es una actitud importante en el mundo de la representación visual y el proceso es una parte importante en mi trabajo. Existe un balance entre el ‘qué’ y el ‘cómo’. Es decir, me preocupo en el material al realizar la obra, por supuesto también en la temática, pero con la pintura no llegaba a quedar clara la resolución, no quedaba satisfecho con el resultado. Por otro lado, con la pintura no podía costearme los materiales que se requieren para seguir pintando así que recurrí a medios más asequibles para mi bolsillo, hice de la necesidad una virtud.

—¿Qué tiene el dibujo para que lo haya establecido como la base principal de su obra?

—El dibujo es una técnica unida al esbozo, al proceso. Las instalaciones de hilo tienen mucho de esto en su realización, hay ensayo y error. Aunque no lo parezca, los dibujos en papel previos para la realización de las instalaciones pueden acabar con variantes cuando las hago en las paredes de la sala. El dibujo también me da pie a jugar con la percepción de la obra, con lo visual. Tanto en las instalaciones como en los dibujos sobre papel mediante esgrafiados y polvo de grafito se requiere de una mirada más pausada, detenerse a mirar, para darse cuenta de que a veces las apariencias pueden suplantar a la realidad.

—Tras años en los que la abstracción ha parecido dominar la escena, ¿cree que la figuración está de nuevo encontrando un papel preponderante en el arte actual?

—Todo mi trabajo es figurativo, me gusta elegir una imagen y reconstruirla, llevarla a un terrero más ambiguo y confuso pero siempre dentro de la figuración. En mi trabajo, algo muy importante y que tengo muy en cuenta es al espectador, su actuación, su forma de enfrentarse y la manera de relacionarse que tiene con la obra; así, la figuración atrae más al publico ya que tienen un patrón con el que identificarse, un símbolo al que dirigirse. Después la contemplación interpretativa acaba el trabajo.

—¿Cuál es su próximo proyecto expositivo tras pasar por la sala Ferran Cano de Barcelona?

Acabo de participar en la 5ª edición de la feria de arte contemporáneo SWAB con la galería Ferran Cano. Por otro lado, colaboraré en una publicación de La Piscina editorial (http://lapiscinaeditorial.com/). La actividad de esta editorial independiente asentada en Tenerife gira en torno a la producción artística. Unos meses más tarde participaré en una exposición colectiva junto a artistas canarios en una sala de arte de Tenerife.

—En su última exposición individual combinaba las obras a base de hilo con el dibujo con grafito. ¿De qué modo cree que conjugan ambas?

—Como se ve, el denominador común es el dibujo. Ambas técnicas se basan en la creación a base de líneas puras/duras de las escenas principales de la imagen, se crean a base de mínimos. Trabajo con la fragilidad, la sutilidad, con la escasez de medios para dotar de fuerza la obra. Restarle espectacularidad y creer en que menos es más.

—Hay un gusto por lo cotidiano en sus dibujos, por esos momentos que son casi fotográficos pero que reduce estéticamente a una gran sencillez, como la serie ‘Manual de instrucciones’, y que ahora parecen haberse transformado en grandes campos negros en los que resalta el paisaje o la acción aislándolos. ¿Qué significan esos vacíos? Y, por otra parte, ¿qué le atrae tanto de la cotidianeidad?

—Esos campos negros no sitúan al personaje en ningún lugar concreto, en los dibujos hay figura pero no hay fondo, de esta manera se descontextualiza y a su vez deja desorientado al personaje retratado. Concretamente en Manual de instrucciones se dota de una nueva forma a la narrativa, como una poesía de la cotidianeidad, apuntando a la rapidez y multiplicidad con la que convivimos hoy en día.

—Hace unos años, jugaba también con la ironía con una serie de falsas postales localizadas en lugares inexistentes con fotografías tomadas durante las obras de las autovías. ¿Ha desaparecido ese aspecto más irónico de su obra?

—La obra Postales la realicé en el año 2009 con fotografías tanto de las obras que se estaban realizando para la surrealista autovía en Eivissa como con escenarios de Canarias. En esa época la idea del turismo contemporáneo era muy clara en mi trabajo, así que simulé postales turísticas nombrándolas con lugares del mundo peligrosos para el viajero. Se creaban imágenes un tanto extrañas y ambiguas para el supuesto turista. Supongo que el malestar que me producían las obras de la autovía en Eivissa hizo que dicha obra fuera más irónica que la actual. Aunque crea que la ironía sigua estando en ella, se ha dirigido más hacia la poética y la evocación; más cuestionar que criticar.