Juan García Merayo (izq.), el pasado año junto al concejal de Juventud, Rai Prats.

Su tono de voz es pausado y reitera una y otra vez que no busca entablar ninguna discusión con el Ayuntamiento acerca de la adjudicación del festival de jazz de Eivissa de 2012. Juan García Merayo ha sido el cerebro en la sombra de esta mítica cita musical ibicenca durante más de dos décadas hasta que se ha quedado fuera este año al optar el Consistorio por la oferta representada por Miquel Prats ‘Botja’.

Ante todo, García Merayo defiende el derecho del Ayuntamiento «a contratar a quien estime oportuno», aunque también apunta una crítica: «Si se opta por una empresa privada, lo único que pido es que sea justo y equitativo para todos; entendiendo que se quieran promocionar las empresas de Eivissa, pero se puede hacer a través de un concurso con las condiciones claras y en el que el hecho de tener la empresa en Eivissa dé más puntos».

Quien ha llevado las riendas de Eivissa Jazz a lo largo de los años recuerda que, finalizada la pasada edición, desde el Ayuntamiento se le comunicó que contaban con él y que comenzara a elaborar proyectos. «Hice varios, que iban desde los 100.000 a los 54.000 euros de presupuesto. Ajustamos todo lo que pudimos para que el festival no perdiera calidad, incluso mi propio sueldo, pero en un momento dado se nos comunicó que no había dinero y que se había pensado que lo mejor sería que lo hiciera una empresa privada», rememora.

Reunión

Al parecer, se celebró una reunión con empresas ibicencas. «Me enteré a posteriori. Se me dijo si me interesaba como empresa privada, pero no se puede hacer una transición así como así porque la empresa privada tiene que tener beneficios. Hay que saber qué condiciones hay respecto al precio de las entradas, a la llegada de patrocinadores, o sea, qué se puede o no se puede hacer y que queda muy claro si se establece un concurso público para opte quien quiera, pero con las condiciones claras. Todos tenemos que saber qué hay sobre el tablero».

Sobre el futuro, García Merayo tiene claro que no tiene ningún inconveniente en volver a optar a la organización del festival «siempre que las condiciones estén claras»

Consciente de las dificultades económicas que lo invaden todo, García Merayo tiene la esperanza de que no se lleven por delante el festival. «Sería una pena que se perdiera, porque se caen muchos por la crisis. Es muy difícil levantar estas iniciativas y es muy fácil perderlas. Sabiendo, por otra parte, que cuadrar los números es muy difícil para una institución. El sacrificio es grande para montar un festival».