Faro de Botafoc, en el que trabajaron Jaume Ribas y su hijo Santi. | Irene G.Ruiz

Los avances tecnológicos, lenta pero inexorablemente, han ido destruyendo trabajos antaño instruidos por la mano humana y ahora gestionados por chips y ordenadores. Uno de ellos es el de farero, una labor con una gran importancia en un territorio como el balear, donde la relación con el mar es continua.

Para preservar la memoria de este trabajo, la Autoritat Portuària de Balears puso en marcha en la página de internet www.farsdebalears.com un apartado de entrevistas a los últimos fareros del archipiélago y que acaba de incrementar su catálogo con el testimonio de Josep Lluís Gradaille, actual director del Jardín Botánico de Sóller y que pasó su infancia en el faro de sa Creu del puerto de dicha localidad, del que su padre era el farero.