Rafel Tur Costa (en la imagen, ayer, en su domicilio) recupera en esta exposición en el MACE dibujos que han estado guardados en algunos casos durante medio siglo. | German G. Lama

El artista Rafel Tur Costa (Santa Eulària d’es Riu, 1927) regresa hoy al Museu d’Art Contemporani d’Eivissa (MACE), una institución que ha exhibido anteriormente su trabajo y en cuyos fondos residen varias de sus obras. Pero lo hace recuperando una parte de su pasado que hasta ahora había quedado escondida («casi olvidada», como él mismo reconoce»). A las siete de la tarde, el museo abrirá las puertas de Tur Costa. Dibuixos (dècades 60-70), exposición impulsada y comisariada por la propia directora del MACE, Elena Ruiz, en la que se exhiben medio centenar de «estudios de la línea», en palabras de Tur Costa, un artista que continúa trabajando, que alaba la calidad de las nuevas generaciones de creadores de las Pitiüses y que sitúa muy alto su nivel de exigencia al señalar que, como artista, «hay que ser vanguardia de uno mismo».

—¿Satisfecho por esta oportunidad de volver a exponer en el MACE?

—Muy contento, porque tenía estos dibujos casi olvidados. Son dibujos de los años sesenta y setenta. Toda mi vida, cuando no pintaba cuadros grandes, he ido haciendo dibujos, y estos los tenía olvidados en unos cajones. Elena Ruiz, la directora del museo, vino un día a casa y vio los dibujos y le gustaron mucho. Hace poco tiempo me comentó que le gustaría mucho hacer una exposición con los dibujos en el museo. Le dije que cuando ella quisiera, que yo estaba dispuesto. Tiempo después vino a casa un par de veces e hicimos una selección de lo que tenía. En la exposición que se inaugura hoy podrán verse unos cincuenta.

—¿Qué significan para usted estos dibujos?

—Significan un pasatiempo. Cuando no tenía algo que hacer me ponía a dibujar, porque no sé estar inactivo. No tienen ningún sentido literario ni nada similar. Son principalmente un estudio de la línea. Para mí son muy interesantes.

—A lo largo de la historia del arte, muchos estudiosos y críticos han señalado al dibujo como la base de las artes plásticas. ¿Coincide en esa opinión?

—Desde luego. Sin el dibujo después no viene lo que puede llegar. El dibujo desarrolla la sensibilidad; de hecho, es principalmente un desarrollo de la sensibilidad creativa. Siempre me ha interesado mucho.

—A quiénes conozcan su obra más reciente, estos dibujos pueden sorprenderles.

—Sí, puede sorprender un poco porque han pasado cincuenta años. Desde entonces ha habido un desarrollo muy grande en mi obra, he cambiado mi sensibilidad. Mucha gente se sorprenderá, aunque de todos modos sí hay una relación muy fuerte entre lo que pintaba entonces y el dibujo. Sin embargo, si ves un dibujo de aquella época ahora y lo comparas con mi obra más reciente pues es una sorpresa. De todos modos, a finales de los setenta, ya hay unos dibujos que son más geométricos y que marcan ya un poco dónde empieza la época en la que me encuentro.

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