Un suelo de cristal permite ver perfectamente la entrada del pasadizo.

Fue una cuestión de celos. O así lo afirma la leyenda acerca de la invación cristiana de la ciudad de Eivissa en el año 1235. La tradición nos dice que el hermano del gobernador árabe de la Isla buscó venganza contra éste por haberle arrebatado a la mujer que amaba, así que por despecho abrió una portezuela en las murallas para que las tropas de Jaume I pudieran entrar en el recinto amurallado. La historia popular ha situado siempre esa puerta en el lugar que ocupa actualmente la capilla de Sant Ciriac, en el número 10 del Carrer Major de Dalt Vila y una reciente excavación arqueológica ha encontrado bajo ella los restos de una puerta y un pasadizo excavado en la roca.

¿La leyenda se convierte en realidad? La arqueóloga Ángeles Martín recuerda que la capilla se construyó quinientos años después de la llegada de las tropas catalanas de Jaume I, concretamente en 1754, y que el análisis del arco de la puerta lo sitúa también en aquella época, pero respecto a la rampa que pasa a través de esa puerta, construida artificialmente en la misma roca, no ha podido esclarecerse si responde a una obra del siglo XVIII o hay que retroceder hasta la época medieval para encontrar su origen.