Chico Prats, pintando en Eivissa, en un fotograma del documental.

La sala capitular del Ayuntamiento de Vila está precedida por la estancia en la que cuelgan los retratos de los hijos ilustres de la localidad. Por el estilo y la técnica, destaca de entre ellos el dedicado a Marià Villangómez, pintado por Chico Prats, precisamente el pintor cuyas fotografías cuelgan en la sala capitular. Se trata de una muestra de medio centenar de imágenes de entre las 3.000 donadas a la ciudad por su hija. Pero entre tanta instantánea figura un pequeño documental, de apenas diez minutos de duración que nos permite adentrarnos un poco en la vida y la obra del artista.

La cinta, de la productora Noclafilms, fue dirigida en el año 1985 por José Alcón Traver basándose en el guión de Ramón Marcet y estaba destinada a su exhibición en salas cinematográficas. Con un lenguaje muy de la época y aún heredero en parte del utilizado en el NO-DO. «La conciencia de un pintor es un ámbito sin límites de tiempo ni espacio en el que lo sublime se mezcla con lo cotidiano en pos de una meta ideal», narra.

Pero el interés de esta pequeña película reside en el testimonio del propio Prats, a quien podemos ver primero trabajando en su estudio de Barcelona para, en los minutos finales, contemplar como llega en barco a Eivissa y cómo pinta en plena naturaleza pitiusa.