Joan Carles Marí, descalzo, durante su actuación en el pasado festival Eivissa Jazz con el conjunto Threejay Trio. | Natalia Navarro

Joan Carles Marí (Eivissa, 1990) es uno de los jóvenes músicos ibicencos que comienzan a despuntar. Residente en Barcelona, donde cursa el grado superior en el Taller de Músics —«me quedan dos años por delante», explica—, es el batería del grupo de metal rock Face the Maybe y del conjunto de jazz Threejay Trio, con el que actuó en el pasado festival Eivissa Jazz. Dos universos musicales completamente opuestos pero entre los que este joven intérprete se mueve con naturalidad a la espera de finalizar la grabación del segundo disco de Face the Maybe y de entrar en el estudio para hacer realidad el primer álbum de Threejay Trio.

—Está de manera fija en dos grupos, pero también colabora con un gran número de bandas de diversos estilos. ¿Cómo lo compagina todo?

—Son dos proyectos que comencé hace unos tres años en el caso de Face the Maybe, y poco más de uno en el de Threejay Trio. También hay otro, que se llama The Mellow Sounds, que es un trío de piano, contrabajo, batería y voz que es más tradicional, más swing, más bop. Los integrantes de Northland, por ejemplo, me vieron en un concierto con Face the Maybe. Su batería había dejado el grupo y me dijeron que en un mes tenían un concierto en Madrid y luego una gira que les llevaba hasta Alemania. Fue en las navidades pasadas. Usé ese tiempo para aprender los temas que me dieron. No había ido nunca de ‘carretera y manta’ y me hacía ilusión. Hablé con los otros grupos y al final estuve medio año con ellos. Tuve que recortar ensayos con los otros grupos, cuadrar horarios... Pero no creo que tenga mucho mérito porque me dedico íntegramente a esto y a dar alguna clase. Pero a Northland ya les dije que no podía estar más de seis meses con ellos. Lo de Eivissa es parecido cada año. Cuando vengo en verano llamo a un par de músicos que me gusten o ellos me llaman a mí y montamos un trío o un cuarteto para tocar por la isla.

—De hecho, los mundos musicales entre Face the Maybe y Threejay Trio son completamente diferentes. ¿En qué lado se situaría preferentemente?

—Es una pregunta interesante. Siempre me fijo más en los músicos que en el estilo musical. Necesito estar a gusto con ellos, hablar de todo, hacer de todo, ser amigos. La música vendrá sola si hay una buena comunicación, si estamos todos integrados. Sobre los estilos, con el metal el público parece que quiere que la canción del disco suene igual en directo, en el jazz es radicalmente diferente: grabas una cosa y el público espera que suene distinta, que haya sorpresas. Esto para mí es muy divertido. Con Face the Maybe hay compases de amalgama, doble bombo y locuras de estas y tiene que estar todo clavado al milímetro, porque además hay cosas secuenciadas que tienen que encajar perfectamente. Con Threejay Trio es algo más libre, interactuando en el momento. Soy consciente de que el cambio de chip es un poco radical, pero cuando vas hacia el ensayo ya vas mentalizado.

—Sigue existiendo la idea en ciertos ámbitos de que en el metal no hay buenos músicos, que todo es ruido...

—Habría que empezar por preguntarse qué es un buen músico. El arte, como interpretación del mundo de cada uno de un modo abstracto y subjetivo, es muy relativo. Un músico, si te llega, sea de jazz o metal, es un buen músico y para mí ahí se termina el debate. Habrá a quien no le guste nunca el metal o el jazz, pero si estás ahí escuchando y te llega esos músicos están haciendo algo que provocan algo en tí. Técnicamente y compositivamente hablando hay grandes músicos en el metal. Tengo la suerte de que los que me rodean considero que son muy buenos y muy flexibles. En el segundo disco de Face the Maybe hay influencias de todo. Y también hay que dejar el ego aparte, porque con algunos músicos que he tocado al hacer alguna sugerencia interpretan que les estás corrigiendo y sólo estás proponiendo algo. No se trata de eso.