Antoni Ferrer Abárzuza. | ARGUI

El historiador Miquel Barceló Perelló, fallecido el pasado sábado, desarrolló a lo largo de toda su carrera un interés centrado principalmente en el estudio de las antiguas civilizaciones islámicas, un tema que le llevó a visitar Eivissa en varias ocasiones al frente de su equipo de la Universitat Autònoma de Barcelona. En la Isla trabó amistad con el también historiador Antoni Ferrer Abárzuza cuando este último aún no había acabado la carrera. De hecho, Barceló se convirtió en el director de la tesis del ibicenco, siendo la última que dirigiera el investigador mallorquín. Preguntado acerca de cuál es el legado que Barceló deja para la historiografía ibicenca, Ferrer Abárzuza lo resume indicando que «le puso ojos y cara a la historia musulmana de Eivissa».

El historiador ibicenco recordó ayer para este periódico cómo Barceló, al conocer que el tema sobre el que iba a desarrollar su tesis sería la cautividad o la esclavitud medieval en la Isla, le señaló que lo que tenía que hacer era responder a «las preguntas que haría la Guardia Civil». «Si había cautivos en Eivissa, cuántos eran, qué hacían, quiénes eran. E intenté responderlas». Finalmente, Ferrer Abárzuza leyó la tesis en 2011 «en el tribunal que Barceló consideró más adecuado y todo fue bien».

Sobre el trabajo del historiador fallecido, el ibicenco está convencido de que su «mérito» se basa «en responder a preguntas aparentemente fáciles sin hablar de cosas etéreas e intangibles. Si se habla de tierra lo hace en hectáreas y si lo hacía de payeses se refería a cuántos eran y qué hacían». Barceló estudió «cómo se estructuraban las sociedades a partir del trabajo de los productores de comida para definir cómo ésta pasaba de quienes la producían a los que no».