La artista con varios de sus dibujos que expone hasta el día 11 en Can Portmany g Foto: DANIEL ESPINOSA | DANIEL ESPINOSA

El primer dibujo que Clarina Vicens realizó en Eivissa fue el de una payesa recogiendo almendras de un árbol en Sant Josep. A esta artista uruguaya de origen mallorquín le impactó entonces «la belleza, la armonía y ese color tan fino» que irradiaba la escena. «Parecían figuras griegas, tenían algo formidable», recuerda ahora haciendo memoria. Corría el año 1976 y, desde entonces, sus dotadas manos capturaron innumerables rincones de la isla, así como a muchos de sus habitantes.

En la exposición que hasta el próximo día 11 se puede visitar en Can Portmany se pueden ver una selección de los trabajos que Clarina Vicens realizó en la isla entre 1976 y 1985. Eran los años en los que ella se ganaba la vida pintando retratos durante la temporada turística, maravillada por lo que la isla le ofrecía. «Recuerdo haberme preguntando al llegar: ‘¿pero en qué siglo estoy?’» Dibujos, óleos y pasteles entre los que es posible reconocer a familiares o conocidos de los vecinos de Sant Rafel, el pueblo con el que la pintora estuvo más vinculada. «El día de la inauguración fue muy emocionante, había gente que reconocía a sus familiares», comenta.

En Uruguay y Francia

Para cuando Clarina Vicens llegó a la isla por primera vez ya acarreaba una amplia experiencia, la que había adquirido desde que empezó a pintar, con solo 11 años, en Motevideo. Después ingresaría en la Escuela Nacional de Bellas Artes de Uruguay, trabajaría para el Diario «El Plata» retratando a la gente del teatro y, años más tarde, tras dedicarse a la docencia, su talento le permitiría viajar a Francia becada para estudiar grabado en metal. «Ahora me gustaría retomar el grabado, pero me falta tener el taller, todo está muy difícil ahora». La artista, que también experimentó a partir de la década de los sesenta con los collages, considera que «la figuración no está reñida con la invención de las cosas que pueden surgir».

De Eivissa, en primer lugar le fascino su belleza, pero posteriormente también quedó prendada de su gente. «Siempre me pareció que la gente era muy receptiva y además resultaba muy interesante poder conocer a artistas, muchos de ellos ibicencos».

En esta retrospectiva de la pintora uruguaya se pueden admirar dibujos a lápiz y a carboncillo, pero también dibujos acuarelados posteriormente -«pero siempre respetando las líneas»-, así como algunos óleos y pasteles. «Estos son retratos posados porque requieren su tiempo, pero luego hay también apuntes tomados al pie del cañón, a veces sin que la gente se dé cuenta de ello».

Desde hace tres años Clarina Vicens reside en la isla todo el año, un lugar que continúa inspirándola a pesar de los muchos cambios sufridos. «Claro que sí, tengo ya un centenar de apuntes hechos», asegura.