Si alguien tiene dudas de que nuestra sociedad está construida desde un concepto patriarcal, no tiene más que leer El fruto prohibido de Liv Strömquist, autora de cómics, así como locutora de radio y televisión sueca. Activista en el ámbito del feminismo, el cómicensayo que aquí presentamos pasa revista a varios aspectos del constructo patriarcal en el que estamos inmersos en base a un factor común: la historia cultural de la vulva. Sí, del aparato genital exterior femenino.

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Y es que en relación a ese aspecto concreto de la mujer, Strömquist pasa revista a cómo los hombres han intentado silenciar, interpretar, modificar o censurar el cuerpo de la mujer, y eso puede comprobarse en varios términos. Entre ellos: el de la representación pública de la vulva de la mujer, la relación que supuestamente había de tener la mujer hacia el sexo, o el tabú que en la actualidad existe aún sobre la menstruación y sus implicaciones. ¿Qué problema tenemos para que, en la sonda Pioneer, la figura dibujada de la mujer no tenga genitalia exterior, pero el hombre sí? Este pequeño detalle es real, compruébenlo. Es sólo una muestra de lo que la autora pone sobre la mesa.

Al igual que en el cómic que analizábamos la semana pasada, Quiéreme bien de Rosalind B. Penfold, las virtudes de esta obra no estriban precisamente en el apartado visual. Su fuerza está sin duda en la razón de sus argumentos, fuertemente sustentados en una bibliografía extensa y especializada. Quizá la autora ha puesto tanto esfuerzo en sus razonamientos que la parte gráfica del cómic se resiente bastante. El texto, que ocupa viñetas y viñetas enteras, es el protagonista aquí, pero afortunadamente con un toque de humor que hace que todo el discurso sea más digerible. Strömquist nos lleva por un viaje por la historia en el que nos prueba cómo el hombre (esto es, el ser masculino) ha repetidamente usado su poder, primero desde la religión, y luego escudado por la ciencia, para intervenir el cuerpo de la mujer y decirle lo que debía o no sentir. Un cómic que, como dice su promoción, debería ser una lectura que pasara de mujer a mujer, de madre a hija, para tomar verdadera conciencia de la libertad que aún tiene que conquistar cada mujer para ser la verdadera dueña de su sexualidad.