José Ramón Fragoso, director de BBVA en Balears; Fanny Guerrero, directora de Eventos de Sonrisa Médica, y Alicia Bover, empleada de BBVA y madrina del proyecto.

Territorios solidarios es una iniciativa de BBVA. Se enmarca dentro del compromiso de la entidad con el entorno social y tiene como finalidad colaborar con las entidades no lucrativas con mayor incidencia para conseguir un futuro mejor para las personas. Los empleados en activo, jubilados y prejubilados de BBVA en España tienen la oportunidad de proponer primero, y votar después, los proyectos de entidades sin ánimo de lucro que quieren impulsar.

La entidad financiera destinó en 2014 1.650.000 euros a esta iniciativa con el fin de llegar a todos los ámbitos geográficos del país.

Los proyectos que financia BBVA deberán estar dedicados a asistencia de personas con discapacidad y sus familias, atención a enfermos y familiares, atención a necesidades básicas, campañas de sensibilización o formación, deporte y cultura, inclusión de colectivos en situación de riesgo de exclusión, infancia y juventud, mayores, medio ambiente o mejora de instalaciones.
Han de ser presentados por un empleado de la entidad y todos serán revisados por un auditor externo. Una vez que finalizó el plazo de inscripción y revisión de los proyectos presentados, los aprobados fueron sometidos a votación. Cada empleado en activo estaba facultado para votar hasta cinco votos, tres proyectos de la categoría general y dos de voluntariado. La solicitud de financiación de los proyectos no puede exceder los 10.000 euros.

PROYECTOS EN BALEARS. BBVA apoyó durante 2014 dos proyectos solidarios de Balears. Alicia Bover ejerció de madrina de Sonrisa Médica y Pedro Ramón López apadrinó a l’Associació de Pares de Nins amb Càncer de Balears (Aspanob).
Alicia Bover, que trabaja en la central de BBVA en Palma, no duda en elogiar el trabajo de Sonrisa Médica. “Una experiencia personal me llevó a conocer la labor de Sonrisa Médica. Pensé que era una asociación susceptible de entrar en el programa de ayudas de Territorios solidarios. Me puse en contacto con ellos y les dije que estaría encantada de apadrinar un proyecto”, asegura y recuerda que “todos los proyectos presentados son merecedores de conseguir el apoyo de BBVA”, explica. Sonrisa Médica consigue que el humor forme parte del proceso terapéutico. Tiene presencia en todas las clínicas públicas de Mallorca y hoy los llamados payasos de hospital son un servicio más.

PAYASOS DE HOSPITAL. Sonrisa Médica celebró el pasado año su vigésimo aniversario. Hoy dispone de una plantilla de ocho payasos, aunque cuentan con la ayuda de dos artistas más que se encuentran en proceso de aprendizaje. La crisis ha provocado una reducción drástica de las subvenciones públicas. Sonrisa Médica, como muchas otras organizaciones sin ánimo de lucro, vive gracias a patrocinios y ayudas privadas. Fanny Guerrero, directora de eventos, proyectos y sensibilización, es la encargada de velar por la imagen de Sonrisa Médica y conseguir nuevos apoyos económicos, “ahora siempre privados”.

Son Dureta fue el primer hospital de España en contar con payasos, gracias al empeño de un padre con una hija enferma, que había conocido su existencia en Francia. Los payasos de hospital no son voluntarios, sino que se trata de profesionales. Y muy bien preparados. “Es un trabajo muy exigente, que no puede nutrirse de voluntarios. Tenemos una formación de dos años para poder ser payasos de hospital. Hemos de tener conocimientos sanitarios, psicológicos y artísticos. Previamente,hay que pasar un casting. Se ha de considerar que un hospital es un medio hostil en el que se viven situaciones muy complicadas y hay que conocer el lenguaje médico”, explica Guerrero, que planificó el proyecto “Sonrisa médica en los quirófanos”, premiado el pasado año por BBVA, donde los payasos acompañan a los niños a la entrada y la salida del quirófano.

Pedro Ramón López llegó a Mallorca hace poco más de un año procedente de Alicante. Enamorado de la isla, colabora desde siempre en diferentes programas de voluntariado de la entidad bancaria.

“Colaboro desde hace años en diferentes proyectos de voluntariado de BBVA. En Alicante, durante los dos primeros años de Territorios solidarios apadriné diferentes proyectos de la Comunidad Valenciana. Fue así como conocí la Asociación de Niños con Cáncer de Valencia. Cuando me trasladaron a Mallorca decidí intentar aportar mi granito de arena”, explica López.

ASPANOB. Fue así cómo BBVA premió el programa de atención integral de Aspanob, que ofrece pisos de acogida a las familias de niños con cáncer que llegan a Palma procedentes de la Part Forana o de Menorca, Eivissa o Formentera. Además, dispone también de un piso en Barcelona, puesto que aún hay casos que son derivados al hospital Vall d’Hebron.

Eulalia Rubio fundó en 1987, junto con otros padres, Aspanob. Hoy, continúa vinculada a la asociación, ahora como gerente. Su marido, Jaume Coll, es el presidente y el máximo responsable de conseguir fondos para poder continuar con su actividad. Gemma Dagà, directora de proyectos, colabora directamente con Coll para obtener ayudas. Diferentes actividades, sorteos, mercadillos, cenas solidarias... las actividades destinadas a conseguir fondos son diversas para una asociación que ha visto reducido su presupuesto de forma sustancial en los últimos años. “Y, además, ha sido en este mes de febrero cuando hemos cobrado la subvención de 2014”, asegura Coll.

Aspanob da servicio a más de 300 familias de niños con cáncer y dispone también de un programa de atención domiciliaria, destinado a aquellos niños que no pueden ir al colegio, y una psicóloga, tan importante para los niños enfermos como para los hermanos, padres y abuelos. Aspanob dispone también de voluntarios, que van cada día -de lunes a domingo- a los diferentes hospitales para jugar con los niños. Y también hay voluntarios para “dar un respiro a los padres, para que puedan atender a otros hijos, descansar durante unas horas...”.

Aspanob dispone también de profesores voluntarios que ayudan a los niños a seguir con sus estudios. Acuden a los pisos de acogida, al domicilio familiar si es necesario, y dan clases de repaso los lunes y jueves en el local social de Aspanob, donde los viernes se juntan los niños para divertirse con las manualidades.

Aspanob dispone también de una casa de actividades en Binissalem, que cada año durante los meses de julio y agosto acoge a unos 130 niños.