Una vez más en esta sección se insiste en que la diversificación es casi garantía de éxito en bolsa a largo plazo. Una de las formas más clásicas es invertir en sectores poco correlacionados.

Justo esta semana, un ataque con drones contra campos petrolíferos saudíes ha paralizado, en parte, la producción de Arabia Saudí. Las consecuencias no se han hecho esperar: al reducirse la oferta en un activo en la que hay tan pocos productores el precio se dispara (en parte por aerolíneas u otras transportistas que compran futuros para cubrir el riesgo de más subidas).

En un año positivo para el petróleo, con subidas de entre el 20 y 30% hasta el día del ataque (cierto que muy lejos de máximos anuales), este impulso supuso que tanto el barril de Brent como el West Texas (WTI) se acercaran a resistencias claves: 71-73 y 64-66 dólares, respectivamente, para retroceder al chocarse con ellas.

En un mercado tan complejo, en el que hay tan poca oferta o, mejor dicho, se concentra en tan pocas manos, las valoraciones son arriesgadas y los niveles técnicos pueden dar una idea al inversor: precisamente las resistencias comentadas serían el primer objetivo, el siguiente podría estar en los 80 dólares para el Brent y 75 para el WTI. Por la parte de debajo, los soportes más fuertes del Brent están en 61,60 y 56 y 57,50 y 51,50 para el WTI.

Los inversores tienen varias alternativas para invertir: la más fácil es comprar un fondo que invierta en empresas petrolíferas, ya sea ETF (por ejemplo Lyxxor Eurstox Oil & Gas) o fondo activo (como el BlackRock World Energy). No replican exactamente el precio del crudo, pero se acerca más que si se compran empresas sueltas (Repsol, Conoco…). Precisamente, el ataque comentado retrasa más la salida a bolsa de Aramco, la petrolera saudí.

Otra, es la inversión directa en futuros, pero es un producto apalancado muy complejo y con muchísimo riesgo.