Como afirma el reputado economista y empresario alemán y fundador del Foro Económico Mundial Klaus Schwab en The fourth industrial revolution, la cuarta revolución industrial será la primera revolución que no solo cambiará cómo las personas hacen las cosas, sino que cambiará a las mismas personas, ya que a medida que progrese la aplicación de las tecnologías de la IA, las personas en combinación con máquinas generarán más valor que las personas solas, o que las máquinas solas.

Las empresas seleccionarán los empleados que tengan capacidad, talento y flexibilidad para adaptarse continuamente ante el incremento de la complejidad y la incertidumbre. Pero para desarrollar todo su potencial, estas nuevas cualidades de los trabajadores, se precisará un estilo gerencial diferente a la tradicional gestión empresarial jerarquizada.

En opinión de J.W. Velthuijse, consultor de la firma PwC, los empresarios deberán cambiar su enfoque desde las normas hacia los fines y valores, desde las reglas y procedimientos hacia proporcionar significado tras las reglas, y desde la jerarquía hacia mayor autonomía para hacer frente a un entorno turbulento, dinámico, complejo e incierto, en el que las nuevas tecnologías disruptivas jugarán un papel esencial.

Cuando se compite en entornos complejos e inciertos, las formas tradicionales de gestión son insostenibles, ya que se exigen flexibilidad organizacional, con capacidad para reaccionar rápidamente ante los cambios imprevistos y aprovechar las oportunidades, menos jerarquizadas, más basadas en la asociación cooperativa, dirigidas más a configurar el futuro que a preverlo.

Como ideas adicionales añadiremos el impacto de la gestión de riesgos en el entorno de la Cuarta Revolución Industrial ya que hay que tener en cuenta, como indica el profesor A.Rodríguez, que lo que antes no era global, es decir la tecnología, ahora lo es, y al contrario, lo que antes era global, como las cadenas de valor y las producciones, ahora tienden a ser locales, por lo que tenemos que incorporar los riesgos más tecnológicos, como la ciberseguridad, los big data, y en general todos los asociados a las nuevas tecnologías, a los programas de control y gestión de riesgos.

Las empresas a lo largo de la historia se han adaptado a los cambiantes entornos económicos, sociales y políticos y en el nuevo escenario de tecnologías disruptivas solo las que tengan capacidad de aprendizaje organizacional y capacidad de innovación podrán alcanzar los propósitos básicos: innovación en sus resultados y creación de valor sostenible para los stakeholders, tanto en el aspecto económico como en el social y medioambiental: un nuevo humanismo empresarial protagonizado por un liderazgo transformacional.