La FEHM aseguró que durante la Semana Santa han abierto el 11% de los hoteles. El objetivo está en llegar en las mejores condiciones a la temporada estival. | Teresa Ayuga

La temporada, que en el mejor de los casos será discreta, continúa en peligro. La aspiración del sector turístico de Balears no es conseguir una campaña estival como la de 2019, sino que el objetivo es poder iniciar y finalizar la campaña de verano sin bruscas interrupciones y con una ocupación media digna.

Las incógnitas pendientes son numerosas y es aún prácticamente imposible saber cuándo se iniciará la temporada y cómo evolucionará. En este sentido, algunos hoteleros consideran que poder abrir de junio a septiembre con una ocupación media del 50% sería un gran éxito. Otros, mucho más optimistas, piensan en una campaña más prolongada, que podría estirarse hasta octubre, con una ocupación media que podría rondar el 70%.

Y también los hay que auguran una temporada semejante a la del pasado año, aunque sin interrupciones bruscas. De hecho, las compañías hoteleras con mayor presencia en Balears abrirán sus establecimientos de forma escalonada. Es decir, que podría haber hoteles que no llegaran a abrir sus puertas. En este mismo sentido, también hay hoteleros que solo abrirán si tienen un número suficiente de reservas para, como mínimo, no acumular pérdidas. Hay unanimidad en considerar que existe una gran demanda embalsada, pero todo parece apuntar a que no se liberará hasta 2022 en el mejor de los casos.

La demanda ha experimentado un sustancial crecimiento, pero es aún escasa respecto a los niveles prepandemia. Un ejemplo es lo sucedido en Semana Santa, en la que el sector turístico ha experimentado un importante incremento de actividad. De hecho, y según la Federación Empresarial Hotelera de Mallorca, ha abierto un 11% de la planta hotelera de la isla. La cifra, pese a ser muy superior a la registrada durante los meses anteriores, es claramente inferior a la habitual durante la Semana Santa cuando acostumbraban a abrir más del 75% de los establecimientos.

La presidenta del Govern, Francina Armengol, explicó el pasado miércoles que el hecho de que las previsiones apunten a que el 70% de la población estará vacunada a finales de agosto a nivel estatal hace posible la temporada turística. Explicó que no se trataba de salvar la Semana Santa, sino de conseguir una baja incidencia al abrir la temporada de verano. De igual manera, apuntó a los pasaportes sanitarios como una herramienta útil para facilitar los viajes internacionales.

Otro de los factores que lastran la temporada turística es la falta de conectividad. La pandemia ha provocado que los aeropuertos de las Islas hayan perdido destinos y frecuencias.

Por otro lado, Yolanda Díaz, ministra de Trabajo del Gobierno de Pedro Sánchez, dejó claro, como también han hecho en diferentes ocasiones Francina Armengol y el conseller Iago Negueruela, que los ERTE, que ahora mismo finalizan en mayo, podrán prolongarse hasta final de año. Los ERTE son un instrumento que garantiza los puestos de trabajo, pero que influyen en que un empresario dude entre abrir o mantener cerrado su establecimiento. Es evidente que si los ERTE no se prolongaran estarían obligados a abrir, aunque también podrían iniciarse los despidos masivos. La continuidad de los ERTE ofrece flexibilidad al empresario, que puede ir incorporando a los trabajadores en función de las necesidades. Y si considera que las reservas no son suficientes puede optar por mantener cerrado.

El sector turístico de Balears depende de la evolución de la pandemia, que es impredicible tanto a corto como a medio plazo. En todo caso, hay diferentes factores que apuntan hacia un optimismo moderado. De hecho, la vacunación está aumentado de forma importante en los últimos días. El Gobierno de España y también el Govern de les Illes Balears han asegurado en reiteradas oportunidades que el número de vacunados aumentará de forma sustancial en las próximas semanas.

La situación sanitaria de Balears es fundamental, puesto que los países emisores ponen trabas al tráfico aéreo con los países y comunidades que tienen una alta incidencia. En este sentido, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció a principios de semana que no piensa en prolongar el estado de alarma más alla del nueve de mayo. Será entonces cuando caerán todas las restricciones que afectan a los derechos fundamentales. Armengol no tardó en reaccionar y explicó que confía en realizar una lenta desescalada en Balears para conseguir que la inicidencia de la pandemia esté controlada en todo momento. Además, reclamó una herramienta jurídica que le permita mantener el toque de queda y las restricciones de movilidad.

De hecho, las restricciones de Alemania y Gran Bretaña que truncaron la temporada de 2020 fueron consecuencia del empeoramiento de la situación sanitaria de Balears.

Y es también de capital importancia la evolución de la pandemia en los mercados emisores. En este sentido, no hay ahora mismo grandes restricciones de Alemania, aunque su situación sanitaria no es buena. De momento, los alemanes pueden viajar hasta Balears sin que hayan de pasar por una cuarentena a su regreso. Eso sí, por ahora, deben presentar, tanto para venir como para volver, una PCR negativa. En todo caso, y siempre que la pandemia pierda fuerza, estas medidas de precaución podrían desaparecen en verano.

En Gran Bretaña, Boris Johnson ha anunciado que los vuelos internacionales no podrán reiniciarse hasta el 17 de mayo como muy pronto. Ha desaconsejado, además, que los británicos reserven sus vacaciones fuera del país hasta que se adopte una decisión definitiva. La pandemia está ahora controlada en Gran Bretaña, con un altísimo porcentaje de vacunados y una incidencia muy baja, pero el primer ministro pretende ‘proteger’ a su población. En este sentido, y aunque aún no es oficial, todo parece apuntar que los británicos podrán viajar en función de la incidencia de casos de cada destino.

Evidentemente, las restricciones irán en aumento si la situación sanitaria del destino es mala. Ha quedado ya perfectamente demostrado que cualquier restricción que suponga la obligatoriedad de realizar una cuarentena reduce la demanda al máximo.