El concepto de resiliencia, últimamente muy oído, aparece en los años 70 mostrando «la capacidad personal de resistir ante las adversidades». Se pretende que de manera estoica y serena las personas planteen soluciones ante las circunstancias que se le presentan o puedan presentarse en la vida, y que son evaluadas como amenazantes y con alta carga emocional. La resiliencia nos permite entender cómo y por qué algunas personas resisten y se benefician de experiencias extremadamente adversas, y cómo otras no. La resiliencia va a fomentar la confianza, la seguridad, la positividad, la fe en uno mismo y la convicción o no de tener ganas para enfrentarse a la vida. Centrarse en lo positivo es lo que se promulga. Está claro que el ambiente personal será esencial para poder proteger al individuo, así como las cualidades individuales. Este ambiente personal comprende diversos escenarios sociales. Indagar sobre nuestras cualidades personales será fundamental. ¿Qué fortalezas tengo y qué debilidades? Conocernos a nosotros mismos y sobretodo cuidarnos (autoconocimiento y autocuidado). Para poder adquirir habilidades, cualidades especiales y estrategias de afrontamiento, se precisa imaginación crítica para crear, construir y adaptarse a los entornos y sus demandas. Bienestar emocional y calidad de vida están relacionados y es lo que anhelamos. Actualmente nos encontramos ante una escasez de recursos a todos los niveles, también a nivel individual. Las personas no se comunican emocionalmente hablando. El éxito personal y social ante todo es lo que impera, y nada de mostrar debilidades y negativismo. Los programas de bienestar emocional implementados con éxito también en las empresas van dirigidos a dotar a los empleados de recursos individuales (competencias relacionales). De tal forma que, les facilitarán la búsqueda de soluciones a posibles problemas, evitando así el conflicto interpersonal y desarrollando en ellos empoderamiento (autoconfianza). Lógicamente relacionada ésta con la tarea a desempeñar en sus puestos. Las partes de las que constan estos programas pueden ser variadas, atendiendo al modelo teórico de referencia, aunque la mayoría contemplan: autoconocimiento emocional, conciencia social, autogestión emocional, facilitación emocional (la emoción facilita el pensamiento), y enseñanza de regulación emocional. La presencia comunicativa será indispensable. Frases como ¿y tú, ante esto cómo te sientes? Pueden ser un primer comienzo para que podamos navegar en el océano emocional desde la escucha activa y la comprensión. Recuerde que la empatía estará siempre presente, así como la validación emocional de las emociones ajenas ante el problema planteado, aunque éste nos parezca ridículo. Todos sentimos de manera diferente, y nos enfrentamos a la vida con un kit de herramientas distinto. Lo importante es que estas herramientas no se oxiden y saber utilizarlas cuando las precisemos. Técnicas de alivio rápido del estrés como la meditación, la relajación, practica de ejercicio físico, respiración profunda y desarrollo de la inteligencia emocional serán de gran ayuda para nuestro propósito: potenciar la resiliencia.