Durán sirve las mejores calidades y a precio competitivo a Moorea Group Mallorca para sus prestigiosas reformas.

Los más jóvenes no recordarán que años atrás se celebraba en plena Serra de Tramuntana un mítico festival de música, el Selva Rock. Ha pasado mucho tiempo, demasiado tal vez, pero hay cosas que permanecen casi inmutables: el pueblo de Selva y la música rock. Ambos mantienen su esencia, aquello que les hizo únicos. Selva ofrece todo aquello que espera encontrar quien busca una vivienda: la tranquilidad de un pequeño pueblo, la cercanía al cosmopolitismo de Palma, la belleza de un paisaje idílico y el lujo de un espacio espectacular.

Okke y Olga son una pareja de holandeses que descubrieron Mallorca hace unos años y decidieron hacer de la isla su hogar. Cuando charlas con ellos de arquitectura, de diseño de interiores o de paisajes y confundes su acento te corrigen con una sonrisa para explicarte que no son tan rígidos como los alemanes, pero sí tan exigentes y perfeccionistas como ellos, siempre en busca de ofrecer la máxima calidad posible en lo que hacen. Acumulan experiencias en multitud de reformas en su país de origen, él como ingeniero industrial de diseño y ella como diseñadora de interiores. Crearon Moorea Group Mallorca y bajo este nombre desarrollan su trabajo.

Su primer proyecto fue en Consell. Realizaron todo el proceso, pidieron los permisos, contactaron con pequeños constructores locales, con carpinteros e instaladores y llegaron hasta Durán buscando las mejores cocinas y baños posibles. De su encuentro destacan que no se asustaron cuando elevaban su nivel de exigencia y que asumían con total naturalidad el perfeccionismo reclamado. Fue entonces cuando decidieron que Durán sería su compañero en los proyectos que iban a realizar.

La vivienda fue un éxito total y la vendieron el primer día que la pusieron a la venta. El camino estaba iniciado. Su siguiente aventura estaba a punto de empezar. En Selva encontraron un terreno que les enamoró desde el principio. Unas ruinas abandonadas desde hace más de setenta años y una licencia de obras de tres años de antigüedad le sirvieron para iniciar el proyecto, que se ha demorado casi treinta meses. Pero ha valido la pena. Sin prisas, buscando la calidad, cuidando el mínimo detalle. La ubicación del terreno les enganchó desde el principio y le impulsó a realizar un proyecto con la máxima calidad posible: los mejores materiales, la mejor maquinaria, Gaggenau en la cocina, Axor en la grifería, los mejores artesanos en la madera. Y con una premisa, hoy innegociable: la sostenibilidad.