Los colegios de Newtown, que permanecieron vacíos desde el tiroteo que se cobró la vida de 26 personas, volvieron a escuchar las voces de estudiantes y profesores ayer a medida que la bucólica localidad del estado de Connecticut, Estados Unidos, trata de recuperar la normalidad.

Pero además de los sonidos de un día normal de colegio, los estudiantes también escucharán otros nuevos, como las palabras de los psicólogos o los pasos de los policías. Cuatro días después de que Adam Lanza, de 20 años, irrumpiera en el colegio de primaria Sandy Hook y abatiera a 20 niños de 6 y 7 años y a seis profesoras y personal de la escuela, ese colegio seguirá cerrado.

Es un lugar de un crimen, con la policía entrando y saliendo, cruzando la fila de 26 árboles de Navidad que los visitantes han decorado con animales de peluche, flores y globos en los colores verde y blanco de Sandy Hook en homenaje a las víctimas.

La masacre -una de las peores en la ya trágica historia de tiroteos de Estados Unidos- ha conmocionado a los ciudadanos, ha llevado a varios congresistas a pedir mayores restricciones a la posesión de armas y ha animado a los directores de las escuelas a revisar sus protocolos de seguridad.

Policías

La policía de Newtown desplegará agentes en los seis colegios que han reabierto, intentando dar una imagen de seguridad a alumnos y profesores. El teniente George Sinko admitió que será difícil calmar a los alrededor de 4.700 estudiantes y a sus familias.

Especialistas policiales trabajan para recuperar información de los ordenadores del autor del tiroteo de Newtown, Adam Lanza, e intentar conocer el motivo que le llevó a matar a 26 personas, entre ellos 20 niños. Las autoridades encontraron en la casa de los Lanza dos ordenadores con los discos duros rotos, por lo que los investigadores intentan ahora recuperar la información que puedan contener y encontrar pistas sobre el motivo del tiroteo.