Normalidad ayer en los cajeros automáticos de una sucursal lisboeta del Banco Espírito Santo. | HUGO CORREIA

El Novo Banco, escisión del Banco Espírito Santo (BES) con activos saludables, comenzó ayer a funcionar en medio de una polémica entre los portugueses, que se cuestionan en quién recaerá la factura de su recapitalización, tasada en 4.900 millones de euros.

Para el Gobierno conservador y el Banco de Portugal (BdP), las pérdidas irán únicamente para los accionistas -y no para los depositantes o las empresas con créditos del BES-, mientras que para la oposición de izquierda los últimos a pagar serán, de nuevo, los contribuyentes.

Esta solución «es la mejor que defiende a los contribuyentes, los depositantes y a las empresas que trabajan con el BES», afirmó el primer ministro luso, Pedro Passos Coelho, en el Algarve luso, donde pasa sus vacaciones estivales.

La solución anunciada el domingo por el gobernador del BdP, Carlos Costa, implica la creación de un «banco malo», que se queda con los activos de peor calidad del grupo, y la del Novo Banco, que agrupa los activos saludables del que fue el tercer mayor banco privado de Portugal.

Troika de acreedores

Para poner en marcha el Novo Banco serán necesarios 4.900 millones de euros que saldrán, según Costa, del Fondo de Resolución, un instrumento creado en 2012 en el marco de la Unión Bancaria europea y financiado por instituciones financieras y bancarias lusas.

Sin embargo, este fondo aún no dispone del dinero necesario para recapitalizar el nuevo BES, por lo que tendrá que acudir a parte de los 6.000 millones todavía disponibles del préstamo de la troika de acreedores destinados exclusivamente al sector financiero luso, que ascendían a los 12.000 millones.

El Gobierno, no obstante, aseguró que los fondos del programa de esta ayuda financiera serán reembolsados a través de «la venta de la nueva entidad» y de las sucesivas contribuciones del sistema bancario y financiero al Fondo de Resolución, que aún son escasas (en torno a 180 millones de euros).

«No volverá a repetirse (...) que los contribuyentes vuelvan a ser llamados (...) Serán naturalmente los accionistas, así como los poseedores de deuda subordinada» los que paguen la factura, alegó Passos Coelho, en alusión a la quiebra del Banco Portugués de Negocios en 2008, que dejó un agujero de unos 3.000 millones de euros en las arcas públicas.

La oposición teme que la cuenta de reflotar el BES pase a los ciudadanos, castigados con casi un lustro de medidas de austeridad que incluyeron cortes en servicios públicos básicos bajo la supervisión de la troika.

Ayer no se registraron incidentes en ninguna de las centenares de oficinas que el BES tiene en Portugal.