La salud del Rey Juan Carlos sigue siendo objeto de especulaciones un año después de la operación quirúrgica a la que se sometió el 8 de mayo de 2010 para que le extirparan un nódulo pulmonar que resultó benigno.

A pesar de que el doctor que dirigió la operación, Laureano Molins López-Rodó, descartó publicamente que el jefe del Estado padeciera cáncer, desde la intervención se ha sometido al Rey a un escrutinio permanente y cualquier alteración física que presente, desde un enrojecimiento de la piel a una voz débil, desencadena toda una serie de hipótesis al respecto.

La Casa del Rey responde asegurando que «no hay nada» alarmante en torno a su salud, aunque sí reconoce que ha ganado peso y que presenta visibles «dificultades de locomoción» producto de las dos operaciones quirúrgicas de pelvis y rodilla a las que se sometió en los años 80 y 90, y que se le han acrecentado con la edad.

También descarta que Su Majestad, que cuenta 73 años, esté recibiendo una «medicación especial» para tratar alguna dolencia o enfermedad, según la misma fuente, que resta asimismo importancia a los eccemas y manchas que en ocasiones presenta el Monarca, que explica por la exposición al sol.

Como prueba, las fuentes recuerdan los partes médicos que se publican con motivo de la revisión médica anual del monarca, el último de los cuales, difundido en febrero pasado, señalaba que los resultados de las pruebas y exploraciones practicadas al Rey «se consideran plenamente satisfactorios», sin que se haya encontrado «ninguna alteración».

Claro que el año pasado, la Casa del Rey informó a finales de abril de que el reconocimiento médico había arrojado resultados «plenamente satisfactorios» y días después operaban a don Juan Carlos para extirparle el nódulo pulmonar.