Un grupo de personas pasa ante la capilla ardiente con los restos mortales de la XVIII duquesa de Alba, Cayetana Fitz-James Stuart y de Silva, que ha quedado abierta en el Salón Colón del Ayuntamiento de Sevilla, cubierto el féretro con la bandera de España y el escudo de la Casa de Alba, y presidida por dos cuadros del Cristo de los Gitanos y la Virgen de las Angustias, imágenes de las que era muy devota. | Rafa Alcalde

Decenas de miles de ciudadanos -cerca de 50.000 según TVE- han pasado ya por la capilla ardiente ubicada en el Salón Colón del Ayuntamiento de Sevilla con el féretro que guarda los restos mortales de Cayetana Fitz-James Stuart y Silva, XVIII duquesa de Alba, XI duquesa de Berwick y catorce veces Grande de España.

La capilla ardiente abría sus puertas este jueves alrededor de las 14,00 horas, después de que llegaran los restos mortales de la Duquesa de Alba desde su residencia sevillana en el Palacio de las Dueñas, donde ha muerto rodeada de su actual marido Alfonso Díez y sus seis hijos.

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Mientras tanto, a las puertas del Ayuntamiento continúa aumentando la cola de ciudadanos que se congregan para dar subir hasta la capilla ardiente para dar su último adiós a la conocida aristócrata.

El féretro de Cayetana Fitz-James Stuart y Silva corona así el salón Colón, corazón de la Casa Grande hispalense y lugar habitual de celebración de los actos institucionales y los plenos, cubierto por la bandera de España y la de la Casa de Alba. Descansa además bajo dos lienzos que muestran las tallas de la Hermandad de los Gitanos, a la que la duquesa profesaba una intensa devoción y a la que, de hecho, pertenecía. Los priostres de la hermandad de los Gitanos, además, han instalado en torno al féretro los hachones rematados con cirios usados normalmente durante los cultos de la hermandad.

A ambos lados del féretro, y en respetuoso silencio, los familiares y allegados velan el cadáver, toda vez que los ciudadanos que se han acercado hasta el Ayuntamiento para dar su último adiós a la duquesa y mostrar sus respetos a la familia acceden al salón Colón a través de un pasillo acotado a tal efecto y abandonan el mismo a través del salón Santo Tomás.