El presidente de la Xunta y del PPdeG, Alberto Núñez Feijóo, comparece ante la prensa. | Brais Lorenzo

Con la meta de «ganar a Sánchez» y gobernar, el presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijóo, tomará en abril las riendas del PP e inicia un camino repleto de desafíos, entre ellos coser las heridas abiertas por el conflicto entre Pablo Casado e Isabel Díaz Ayuso, definir la relación con Vox y relanzar la oposición al Gobierno, con el que está dispuesto a pactar.

Aunque nadie duda de que Feijóo será el nuevo líder, formalmente no asumirá el mando hasta los días 1 y 2 de abril, cuando será elegido en un congreso nacional en Sevilla, al que llega por aclamación porque los pesos pesados del PP ven en él al remedio para taponar la hemorragia interna y rescatar al partido. Varios son los frentes abiertos antes incluso del cónclave y con el PP en la interinidad; el de mayor peso es la guerra. El ataque de Rusia a Ucrania amenaza el orden mundial y antes de llegar a Génova Feijóo ha ofrecido ya «unidad de acción» al Gobierno.

Negociaciones

En paralelo, Alfonso Fernández Mañueco debe negociar la conformación del Gobierno de Castilla y León, donde tiene vía libre para pactar con Vox, y el partido organiza su congreso. A Feijóo, que ayer admitió que presidir el PP supondrá dejar la Xunta, se le acumulan las tareas.

Rescatar al PP tras la implosión es la primera. Aunque Feijóo la ha dado por zanjada, la crisis es profunda y el partido atraviesa un trauma. Las acusaciones de Casado sobre Ayuso fueron el punto de inflexión que ha llevado prácticamente a destituir a Casado, que se marchará en el congreso del partido, pero es la lucha frontal entre Génova y los territorios lo que explica este desenlace.

Aunque le aclaman, en el PP admiten que el desembarco de Feijóo está lleno de intrigas. Madrid no es Galicia y en la política nacional sí existe Vox. La ideología de Feijóo es un misterio para muchos. Se le presupone moderado, pero otras voces lo ponen en duda. Se le reconoce sobre todo como un técnocrata.

El propio Feijóo negó que su ideología sea confusa y para resolver dudas remitió a su trayectoria política. Según sus propias palabras Feijóo cree «en la política en la que hay ideología de partidos, pero también gestores y gestión», en el «sistema público» y en una España unida donde «las comunidades autónomas no son una amenaza, sino una oportunidad de enriquecer y fortalecer».

Autonomista, ha marcado diferencias con Vox. Pero, aunque rechaza su populismo, no se cierra a pactar con el partido de Santiago Abascal. Respeta, dijo, a sus votantes. Una «inmensa mayoría» votaba antes al PP y aspira a recuperarlos. Tampoco descarta un pacto Mañueco, abierto a una coalición, ni Moreno Bonilla, que no quiere cerrar esa puerta ante las elecciones en Andalucía.

El cómo está por definir -todo apunta a la portavocía en el Senado-, pero del dirigente gallego se espera un nuevo estilo de oposición a Sánchez, más proclive al pacto y diferente en el tono. «No vengo aquí a insultar a Sánchez, vengo aquí para ganar a Sánchez», dijo en el anuncio de su candidatura, una máxima que contrasta con aquel «felón» que Casado dedicó al presidente del Gobierno. Feijóo, que en público apostó por una abstención en la reforma laboral, se ha mostrado partidario de intentar llegar a acuerdos con el Ejecutivo estatal «si es para proteger los principios constitucionales de nuestro país».