La tasa de emancipación juvenil ha crecido por primera vez en 15 años, aunque no logra pasar del 15,6%. Así se desprende de los datos presentados este jueves por el Consejo de la Juventud de España (CJE), que ha dado a conocer el balance general del Observatorio de Emancipación correspondiente al segundo semestre de 2021. Pese al leve repunte, el acceso a una vivienda sigue sin ser asequible para la mayoría de los jóvenes. En el segundo semestre de 2021, una persona joven debía dedicar 3,8 veces su salario neto anual para poder sufragar la entrada a una hipoteca media, por lo que, con los alquileres al alza, la compra tampoco resulta factible.

La proporción de jóvenes entre 16 y 29 años que viven fuera del hogar familiar ha aumentado apenas 0,7 puntos porcentuales respecto al semestre anterior hasta situarse en el 15,6%, por debajo de la media europea. «Aunque celebramos estos datos, queremos hacerlo con cautela», ha afirmado la presidenta del CJE, Elena Ruiz, durante la presentación del balance. «Un crecimiento de 0,7 puntos puede ser una mejora real o puede quedarse en algo anecdótico», ha añadido, justo después de recordar que «se nota que estamos saliendo de la crisis más profunda de la covid-19, pero no estamos recuperando los valores previos a la pandemia». «Cuando se toca fondo, se sube en algún momento», ha agregado refiriéndose a la tendencia decreciente de los últimos quince años.

Además, se ha reducido la brecha de género entre los jóvenes emancipados. La tasa de emancipación juvenil entre las mujeres se sitúa en el 18,5%, mientras que entre los hombres es del 12,7%. «Es un cambio muy reciente, habrá que ver si es una tendencia o si es coyuntural», ha señalado el sociólogo y coautor del informe Joffre López durante la presentación. Sin embargo, la diferencia aumenta al observar únicamente los datos de emancipación en solitario. En el segundo semestre de 2021, solo el 13,8% de las mujeres emancipadas lo estaban en solitario, frente al 26,9% de los hombres jóvenes, casi el doble.

Ni comprar ni alquilar

Estos datos muestran que, pese a que los jóvenes se emancipan más, siguen sin poder hacerlo en solitario. Según el balance, en el segundo semestre de 2021, una persona joven debía dedicar 3,8 veces su salario neto anual para poder sufragar la entrada a una hipoteca, tomando como referencia el precio de la vivienda media en España (170.000€). Ante el sobreendeudamiento que esto supondría y el precio al alza de los alquileres, la juventud ha optado por el alquiler compartido. «No es una cuestión de que nos apetezca, es necesidad», ha afirmado Ruiz en alusión a los reproches que con frecuencia se le hacen a los jóvenes. Este mismo lunes la periodista Elisa Beni aseguró en televisión que los jóvenes no compran casa porque prefieren «vivir la vida» y gastar el dinero en actividades de ocio.

Entre julio y diciembre del año pasado, el precio medio del alquiler en España ascendía a 848€ mensuales, una cifra muy alejada de los 320€ al mes que una persona joven podría dedicar al alquiler sin sobreendeudarse. Con estos datos, un alquiler individual supondría, según el estudio, que el joven inquilino dedicaría el 79,2% del sueldo a la vivienda, mientras que compartir la vivienda bajaría este porcentaje al 25%. Es por eso que, según López, el 34,5% de las personas jóvenes emancipadas lo hacen compartiendo piso. Además, la superficie media máxima tolerable de alquiler de una persona joven asalariada es de 30 metros cuadrados, una extensión considerablemente reducida.

En cuanto al perfil de aquellos jóvenes que sí pueden independizarse, López señala que el abandono del hogar familiar llega prácticamente a los 30 años, una vez han terminado los estudios superiores y se han incorporado al mercado laboral con contratos indefinidos. «El salario de un joven emancipado es un 28% superior al de la gente joven no emancipada», ha añadido el coautor del informe. A pesar del leve repunte en términos generales, el sociólogo ha matizado que «la emancipación ha caído en los colectivos donde más probabilidades hay de estar emancipado», es decir, precisamente entre la población de entre 30 y 34 años con estudios superiores, «que en los años 80 ya tendrían la vida resuelta».

De los ninis a los 'sisis'

La proporción de jóvenes que trabajaban y estudiaban simultáneamente ha aumentado hasta el 32%, frente al 2% que ni estudia ni trabaja. Además, el 42% de los jóvenes empleados están sobrecualificados, es decir, ocupan puestos en los que desarrollan funciones inferiores a su formación. Este dato muestra la dualidad del mercado laboral, en el que la formación es garantía de una mejor situación. En 2021, la tasa de paro entre jóvenes con estudios superiores era del 15,9%, mientras que alcanzaba el 38,6% en las personas con estudios primarios.

No obstante, las condiciones laborales de la juventud siguen sin ser las deseadas. Según el balance del Observatorio de Emancipación, la parcialidad en el segundo semestre de 2021 afectaba a casi el doble de mujeres que de hombres jóvenes (33,7% frente al 17,8%), tratándose de una parcialidad en su mayoría involuntaria. «Ser mujer y ser joven hace que la mochila pese mas», ha lamentado Ruiz, que ha recordado que «detrás de las cifras y porcentajes, hay 7 millones de personas jóvenes».

La presidenta del CJE ha aclarado que estos datos no reflejan todavía el impacto de la reforma laboral ni de la subida del salario mínimo, al corresponderse con el segundo semestre de 2021, y ha recordado que 2022 es el Año Europeo de la Juventud. «Un año no es suficiente, hay que tener un horizonte más a largo plazo o al menos a medio plazo», ha reivindicado. "La juventud siempre es un colectivo de segunda, porque se entiende que serán prioritarios para las políticas públicas cuando dejen de ser jóvenes. No podemos pretender que la juventud sea una enfermedad que se cura cuando pasas de los 30«, ha pedido Ruiz, que ha agregado que »ha llegado el momento de priorizar a la juventud en la agenda pública, la juventud será la que marque el futuro de España».