Es muy habitual despertarse alrededor de las 4 de la mañana y, en muchos casos, desde ese instante, ya no conseguimos dormir profundamente. Tal vez eso fue lo que les pasó hace unos años a ese grupo de ejecutivos y altos cargos que hicieron popular la costumbre de empezar el día sobre las 4 de la mañana. Al disminuir notablemente sus horas de sueño, creyeron que su éxito y su productividad estaban directamente vinculados con ponerse a trabajar al despuntar el sol.

Pero, un estudio de la Escuela de Medicina de Harvard y la Universidad de Pensilvania demostraron que el desempeño en las tareas cognitivas y los tiempos de reacción se desploman para aquellos que duermen cuatro horas y aquellos que duermen seis horas. Lo saludable es dormir de 7 a 8 horas cada noche. Dos expertos nos ayudan a comprender que sucede en nuestro cerebro a las 4 de la madrugada. Marcello Soi, autor del libro Apágate insomnio, es nutricionista farmacéutico experto en PNIE (psiconeuroinmunología). Según nos cuenta, «si dormimos bien cuando nos acostamos pero a las 4 de la mañana estamos despiertos y tenemos frecuentes despertares durante la noche, es porque el cuerpo nos está alertando que hay un exceso de actividad en nuestro sistema nervioso simpático, cuya activación predomina en situaciones de estrés o peligro». Y agrega: «La hiperactivación del sistema nervioso simpático (mediante liberación de noradrenalina y adrenalina) junto al eje el eje hipotálamo-pituitario-adrenal (HPA) (que activa la producción de cortisol o lo que se conoce como hormona del estrés) alteran la cantidad del sueño, desregulan nuestra respuesta inmunitaria volviéndonos más propensos a infecciones y nos quitan salud». La clave está en regular el sistema simpático de nuestro organismo. ¿Cómo? Según Marcello Soi, hay prácticas que nos ayudan a conseguirlo como, por ejemplo: «los ejercicios de respiración, los masajes, las gárgaras, cantar, exponernos al frío o reír».