Los meses de julio y agosto son sinónimo de vacaciones, calor, playa y también de sol. Durante este periodo, la exposición solar aumenta, por lo que es necesario seguir recomendaciones para tratar de evitar los daños que este puede causar en la piel.

Además de las quemaduras, son muchas las persona que dicen padecer alergia al sol para referirse a las diferentes alteraciones que puede causar la luz solar en la piel, una de ellas, la urticaria solar.

La urticaria solar, en ocasiones mal llamada alergia al sol, es uno de los diferentes tipos de alteraciones que se producen en la piel por la exposición solar. Otra puede ser, por ejemplo, la erupción polimorfa solar, tal y como explican desde la web de Quirón Salud.

Concretamente, la urticaria solar produce en la piel la aparición de lesiones de tipo habón, similares a las de una picadura. Estas lesiones pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo tras la exposición solar, incluso en las zonas donde no ha dado el sol. Además, aparecen en los primeros minutos tras ponerse al sol.

En cuanto al tratamiento de esta afección, lo más recomendado son los antihistamínicos, los corticoides o el omalizumab, tal y como informan desde el blog escrito por médicos de Salud Maphre.

Además, en último caso pueden emplearse inmunosupresores como azatioprina, micofenolato o ciclosporina. En los servicios de dermatología de los hospitales públicos, suele intentarse un tratamiento con fototerapia dirigido a conseguir la tolerancia de la piel a la luz mediante dosis bajas y progresivas de radiación ultravioleta.

Sin embargo, estos tratamientos tienen una difícil predicción de cómo será la evolución del paciente. De hecho, puede llegar a autolimitarse con el tiempo.