Ante cualquier duda siempre es imprescindible acudir a un dermatólogo. | Pexels -Andrea Piacquadio-

La piel es el órgano más grande del cuerpo humano y tiene una función protectora esencial. Sin embargo, su salud puede verse amenazada por numerosos factores, provocando su deterioro. Uno de los problemas más comunes es la piel rota, un trastorno que afecta a personas de todas las edades y que requiere atención especializada. La piel rota, también conocida como dermatitis por irritación, se caracteriza por una serie de síntomas que incluyen enrojecimiento, sequedad, descamación, sensación de tirantez y a veces dolor. La piel rota no sólo es antiestética, sino que también puede causar molestias y afectar la calidad de vida.

¿Qué hacer si tengo la piel rota?

El primer paso para tratar la piel rota es identificarla. Aunque los síntomas pueden variar dependiendo de la persona, generalmente incluyen sequedad extrema, enrojecimiento y descamación. Se puede presentar en cualquier parte del cuerpo, aunque son más comunes en las manos, los pies y sobre todo el rostro, áreas que siempre expuestas a factores ambientales y a productos irritantes.

Su origen puede ser muy variado, el frío, viento o el sol directo sobre todo en verano, hasta el uso de productos de limpieza o cosméticos cuyos ingredientes no sean los apropiados para nosotros. También puede ser un síntoma de enfermedades de la piel como la dermatitis atópica o la psoriasis, por lo que es fundamental buscar el consejo de un médico o un dermatólogo si los síntomas persisten o se intensifican.

Una vez identificado el problema, es fundamental actuar para ponerle freno. La hidratación es el primer paso. Se recomienda el uso de cremas y lociones hidratantes ricas en ingredientes emolientes como la glicerina, la vaselina o el aceite de jojoba. Estos ingredientes ayudan a restaurar la barrera cutánea y a prevenir la pérdida de agua, reteniendo la humedad y suavizando la piel. Asimismo, se deben evitar los productos exfoliantes y cosméticos con ingredientes que puedan irritar nuestra dermis, debemos optar siempre por productos suaves y específicos para pieles sensibles. También es aconsejable protegerla de las condiciones ambientales extremas, utilizando protección solar y ropa adecuada.

Además, la alimentación también juega un papel clave. Una dieta rica en antioxidantes, ácidos grasos esenciales y vitaminas puede ayudar a fortalecerla desde el interior. Por último, pero no menos importante, es fundamental acudir a un dermatólogo si los síntomas persisten o empeoran, ya que podrá realizar un diagnóstico adecuado y recomendar un tratamiento específico.