No es una batalla sino la guerra lo que estamos perdiendo, la única vida posible para el hombre. La gran lucha contra el mal del apocalipsis. Un mundo creado donde el hombre de bien no tiene cabida... donde el éxito prima sobre la honestidad… donde el éxito es el mejor coche y donde cantidades ingentes de dinero priman sobre lo honesto, el poder sobre lo justo, el poderoso sobre el débil, el soberbio sobre el humilde. El que tiene más, el que hace más ruido, el que puede someter a su gusto, el maltratador protegido, el defraudador. El que lo de los demás le importa poco más que un pito, si él consigue salvar su estampa… Así se entiende lícitamente en este mundo.

Ibiza está en ese mundo, lo sé, me está pareciendo que es además un símbolo importante de ese tipo de mundo. Un lugar donde todo el mundo quiere hacer su fortuna en lo que llaman una buena temporada. Alcohol, las mejores drogas, el sexo más estrambótico, la imagen de las mujeres más espectaculares tipo Barbie y los hombres que lo compran todo con dinero, coches y barcos. Hoteleros del «todo incluido» a precio de dinero, licencias de cualquier cosa para quien le hecha morro y tiene buena sombra y todo en venta. Ibiza PP ¿Perla o Prostíbulo de Europa? Los Ibicencos tenemos que decidir, todos los ibicencos, no solo los «cuarenta principales», entre vivir en una isla o un mercado de carne a cambio de dinero. Cientos de coches atascados en las salinas, un índice de siniestros, robos, abusos y maltratos por encima de cualquier media, servicios asistenciales colapsados y ni un sitio donde vivir para un trabajador humilde, que también quiere hacer su mejor temporada. Y aquí solo pueden vivir… «los cuarenta principales».

No sé si importa mucho quién soy yo. No me gustaría que se pensase que quiero ocultar mi identidad, no es el caso para nada. Solo es humildad, creo que bastaría con decir que alguien que procura el bien a su manera en esta isla desde hace ya más de treinta años. ¿Podríamos decir entonces que un Ibicenco? que se está planteando huir, que no digo marcharse, pues eso sería por voluntad propia. Digo huir, como huyen las personas de las plagas y de los bombardeos, a eso me refiero. Y sé que muchos ibicencos como yo así lo están haciendo. Pues Ibiza se transforma en un infierno insoportable en las temporadas en que los «cuarenta principales» deciden transformar la ‘P’ de perla en ‘P’ de prostíbulo.

Los ibicencos, todos, tenemos que decidir qué ‘P’ queremos. Por favor que no sea la ‘P’ de Pureza de raza nací ni la ‘P’ de «Puta mierda». Apostemos por nuestro verdadero valor. ¿Cuál es?