El presidente regional del Partido Popular, José Ramón Bauzá, hizo ayer efectiva su dimisión del cargo. La salida, que debería haberse producido a las pocas horas de constatarse la debacle electoral de los conservadores en los comicios del pasado 24 de mayo, tuvo que ser forzada desde la dirección estatal de los conservadores ante la imparable degradación interna de las formación en las Islas. Bauzá deja el PP sumido en una profunda división interna, carcomido por las luchas intestinas y muy lejos de la posición hegemónica que disfrutó durante décadas en la política balear.

Desconexión social. Uno de los aspectos más negativos del paso de José Ramón Bauzá por la dirección regional del PP es la desvinculación que ha provocado de la sociedad balear desde que accedió al cargo, en 2008 de manera provisional en sustitución de Rosa Estaràs. Durante estos siete años, Bauzá y su equipo impusieron una dinámica que ha supuesto la ruptura de los vínculos tradicionales de buena parte de la sociedad de las Islas con la ideología que representa el Partido Popular, que siempre había mantenido unas características especiales. El fracaso de la estrategia diseñada es evidente, la fragmentación del electorado del centro derecha –con la incorporación de Proposta per les Illes y Ciudadanos– ha hundido al PP. Las advertencias de las consecuencias de esta dinámica fueron desoídas en el mejor de los casos, en otros se optó por la represalia o la expulsión.

Un PP descompuesto. Bauzá deja un PP en proceso de descomposición interna que deja atónitos a militantes y simpatizantes, un espectáculo de desmembración sin precedentes y del que sólo él puede ser señalado como responsable. En la arrogancia que ha caracterizado su mandato, Bauzá no ha expresado el mínimo análisis de autocrítica ni siquiera ante los órganos de dirección. Ahora se abre una etapa en el PP que está lejos, por el momento, de la necesaria pacificación.