Los datos referidos a las víctimas mortales en accidentes de tráfico dados a conocer ayer por la Jefatura Provincial del Tráfico en Balears son preocupantes. El incremento, del cincuenta por ciento hasta la cifra de 27 en cifras absolutas, en el número de fallecidos registrado en los siniestros ocurridos en las vías interurbanas hasta este mismo mes de julio obliga a una profunda reflexión para conocer e intervenir en sus causas para frenar esta tendencia. Este año está confirmando el aumento de víctimas de los últimos ejercicios, aunque, afortunadamente, muy lejos de las cifras que se contabilizaban hace una década.

Las razones. La notable diferencia en la siniestralidad mortal entre las vías urbanas y las interurbanas hace suponer la existencia de una casuística específica, que pueden contemplar desde una mayor presencia de tráfico –derivado de la excepcional temporada turística– hasta circunstancias aleatorias e imprevisibles. Sin embargo, los responsables tanto del control como de la red viaria no pueden bajar la guardia ante un fenómeno que arroja unos resultados tan negativos. La red de carreteras de Balears es mejorable y todavía contabilizado con un número importante de ‘puntos negros’ que requieren una intervención urgente, además de, como es lógico, seguir insistiendo en las campañas de concienciación de los conductores para que extremen la prudencia al volante.

Priorizar la seguridad. Un ejemplo reciente de la necesidad de agilizar los procedimientos de la Administración a la hora de mejorar los parámetros de seguridad es la reciente intervención en el tramo Llucmajor-Campos, una vía en la que se han contabilizado numerosos accidentes, incluso mortales, pero en la que la adopción de medidas correctoras se han demorado demasiado tiempo. La seguridad debe ser una premisa irrenunciable. A partir de ahora sólo queda redoblar los esfuerzos para frenar de manera radical esta dinámica creciente de siniestralidad mortal, una tarea en la que los conductores también tienen un papel protagonista.