El Consell de Govern de la Universitat de les Illes Balears (UIB) aprobó el miércoles, por amplísima mayoría –con un solo voto en contra–, la creación de la Facultad de Medicina, unos estudios cuya puesta en marcha genera un amplio debate social y político. Esta iniciativa plantea algunas dudas, más allá del indudable beneficio que para la sociedad balear en su conjunto genera un grado universitario de estas características, en especial por su elevado coste económico. Hay que huir, por tanto, de la precipitación. La decisión es de un enorme calado para el futuro de las Islas y requiere sensatez y prudencia para no frustrar un proyecto cuya materialización lleva décadas esperando.

Investigación científica. Una Facultad de Medicina sería, sin duda, un impulso decidido para la investigación biomédica en Balears, donde hay un nutrido grupo de excelentes profesionales. Además, en los hospitales de las Islas hay servicios punteros que podrían incorporarse a la docencia en unas instalaciones ya dispuestas en el hospital de Son Espases. Las ventajas de la puesta en marcha del grado de Medicina son, sin duda, incontestables en numerosos aspectos. Sin embargo, cabe preguntarse si los estudios de Medicina deben figurar en el catálogo de prioridades frente a otras disciplinas, más directamente relacionadas con el Archipiélago, como podrían ser Ciencias del Mar, las vinculadas con el medio ambiente o la ingeniería naval. El debate, por tanto, debería ser más amplio porque afecta a la proyección de la UIB y al conjunto de la sociedad.

Evitar la saturación. España cuenta, en la actualidad, con 39 facultades de Medicina –públicas y privadas–, más que Francia y Alemania juntas. ¿Tiene sentido una más? Un cálculo aproximado apunta un coste anual de 6 millones de euros para la financiación de la facultad, prevista para 360 alumnos. Hay una ausencia de opciones alternativas y confrontarlas, para consensuar una decisión de esta trascendencia, sería la mejor garantía de éxito. Ahora bien, los que reclaman una universidad para Mallorca para no tener que desplazarse a otras ciudades españoles deberían tener en cuenta la insularidad que padecen pitiusos y menorquines, que también sufren un sobrecoste cuando deben desplazarse a estudiar a Palma. Esta insularidad también tiene que ser asumida y los estudiantes de lo que en Palma llaman ‘islas menores’ deben tener ayudas para estudiar Medicina en la UIB.