La decisión adoptada por el equipo de gobierno de Sant Antoni de Portmany de posponer el traslado del mercadillo hippy desde su actual ubicación en el Passeig de ses Fonts hasta s’Era d’en Manyà, al final del West End, es muy adecuada ya que da satisfacción a los vendedores que así lo habían solicitado para disponer de un tiempo de adaptación. También permite enfriar los ánimos, excesivamente caldeados por este asunto y además facilita que el Ayuntamiento pueda llevar a cabo sin premuras las actuaciones que se consideren necesarias para adecuar la zona a la nueva actividad que a partir de 2017 se llevará a cabo. Las prisas no son buenas y aún menos si no están debidamente justificadas y afectan a la actividad económica de la gente.

Mejorar la imagen. Que en el ínterin el consistorio establezca condiciones para mejorar la imagen y la calidad del mercadillo es algo que entra absolutamente en sus competencias hasta que sea aprobada definitivamente la ordenanza sobre venta ambulante. Así, el embellecimiento de los puestos y la exigencia de que la mitad de los productos expuestos a la venta sean artesanales son requisitos que atienden al bien común y por tanto, nada se puede objetar.

Movilización. Ante el malestar generado por el traslado forzoso planeado por el equipo del alcalde Pep Tur ‘Cires’, que obligó a la Asociación de Vendedores y Artesanos del Passeig de Ses Fonts a movilizarse recogiendo firmas, rectificar ha sido lo más prudente. Al fin y al cabo, el cambio que pretenden llevar a cabo los partidos que forman parte del equipo de gobierno municipal (PSOE, Reinicia y Pi) no se hace de un día para otro ni hay necesidad de ello. Y es mucho mejor dar pasos lentos pero seguros, sin generar tensiones innecesarias y sin calentar excesivamente los ánimos. La insinuación lanzada por los vendedores del mercadillo de que la concejal de Comercio, Cristina Ribas, se habría plegado a las presiones de algunos comerciantes vinculados a su partido, el Pi, a la hora de modificar la normativa sobre venta ambulante, ha resultado finalmente una sombra de sospecha muy pesada con la que el resto de partidos no ha querido cargar.