No es la primera vez y es muy probable que tampoco sea la última. El Consell d’Eivissa mantiene dos posturas sobre el traslado de la estación marítima para los barcos de Formentera. Por una parte, los socialistas apoyan el cambio, pactado y consensuado hace unos años, y que tiene el respaldo de todas las fuerzas políticas de Vila. Por otra parte, Podemos se ha desmarcado de la postura oficial (al menos hasta el miércoles) y apoya la reivindicación de los habitantes de Formentera, que reclaman que la estación marítima no se mueva de sitio. Aunque pueda parecer una divergencia menor, deja en muy mal lugar al Consell d’Eivissa, que a través de su presidente, Vicent Torres, defendió al Ayuntamiento de Vila y a la Autoritat Portuària para que la estación marítima cambie de emplazamiento.

Difícil solución. Sin duda, la decisión de trasladar la estación marítima no es fácil. No es políticamente positiva para la Autoritat Portuària, pero tampoco para Vila, que apoya el traslado. Es cierto que el gran tráfico marítimo que hay actualmente entre Eivissa y Formentera obliga a buscar unos puntos de atraques más despejados y que la actual ubicación se ha quedado muy pequeña. También es lógico que los habitantes de Formentera prefieran que todo siga igual ya que cuando bajan del barco se encuentran en pleno centro de Vila. Además, tienen una parada de autobús justo enfrente de donde atracan los barcos en caso de tener que desplazarse posteriormente hasta el aeropuerto.


Vila tiene que decidir. Dicho todo lo anterior, es lógico que el Ayuntamiento de Vila decida el futuro de su puerto, y que, si bien se comprende el malestar de los habitantes de Formentera, cada institución tiene que decidir sobre su territorio. No se entendería demasiado bien si, por ejemplo, el Ayuntamiento de Vila decidiese cómo tiene que ser el puerto de la Savina. Ante esta situación, se entiende muy poco la postura de Viviana de Sans a no ser que busque algún rédito político o que, como es habitual, se sume al carro del populismo para desmarcarse del PSOE sin razonar demasiado bien las consecuencias ni calibrar las tensiones internas que se pueden producir en el gobierno del Consell d’Eivissa.