Tras las elecciones del pasado domingo se mantiene la incertidumbre sobre el futuro. Aunque parece que la victoria del PP ha despejado algunos interrogantes, todavía existe el riesgo de celebrar unas terceras elecciones. Para que eso ocurra el PP debe alcanzar un acuerdo con Ciudadanos y es clave la postura que adopte el PSOE. Los socialistas deben abstenerse para que Rajoy se convierta de nuevo presidente. Sin duda, no es un papel nada fácil para el PSOE porque una abstención difícilmente puede ser entendida por el electorado que ha apoyado a Pedro Sánchez.

Riesgos y oportunidades. La nueva legislatura plantea muchos retos políticos y económicos. Hay que reconocer que la situación económica ahora no tiene nada que ver con la que heredó Rajoy en 2011. Se ha pasado de un PIB negativo a superar el 3%. La amenaza de intervención por parte de la Unión Europea ya no existe y la prima de riesgo se encuentra en índices razonables, muy lejos de los 700 puntos de hace tres o cuatro años. Por lo tanto, la evolución económica es positiva pero mantener la incertidumbre política podría perjudicar esa buena evolución. Celebrar unas terceras elecciones es un riesgo para el futuro de la economía española y, previsiblemente, muchos empresarios no querrán invertir en una situación de inestabilidad política. Además, el nuevo gobierno debe afrontar cambios políticos, reformas estructurales imprescindibles para modernizar el país. Y bajar el paro es una urgencia nacional.

Una legislatura de consenso. Hay muchos retos por delante y muchas reformas por hacer. Por eso es imprescindible elegir a un presidente que impulse los cambios. Por eso hay que evitar las terceras elecciones que, como dijo Rajoy, convertirían a España en el «hazmerreir del mundo». Rajoy, ganador de las elecciones, está más legitimado que el resto para ser el nuevo presidente, sobre todo porque ha recibido más votos que en los pasados comicios. Sánchez debe escuchar los mensajes de aquellos líderes socialistas que reclaman que no haya unas terceras elecciones. Debe comenzar, pues, una legislatura de acuerdos, de consensos, de reformas pactadas, que hagan impulsar España. Y hay que dejar de lado las cuestiones partidistas que, al fin y al cabo, lo único que hacen es perjudicar los intereses generales de los ciudadanos.