El actual jefe de la Policía Local de Sant Antoni, Javier Verdugo, ha decidido presentar una denuncia en los juzgados contra la concejala de Governació, Aída Alcaraz, al considerar que es objeto de acoso laboral. En su demanda, Verdugo explica algunos episodios para justificar dicho acoso laboral. Alcaraz le pidió a Verdugo que recogiese todas sus pertenencias y que desalojase el despacho que ocupaba desde el año 2008. También se le indicó a Verdugo que no debía ocupar un puesto junto al resto de mandos policiales el Día de la Policía Local celebrado en Sant Joan. Y, ya por último, el pasado 12 de febrero Alcaraz convocó a una serie de personas para inspeccionar un armario donde se guardaban los sobres precintados con dinero en metálido correspondientes a intervenciones de la Policía. Verdugo cree que lo que intentaba Alcaraz era desprestigiar su trabajo.

Toda la legislatura. A partir de ahora los jueces determinarán si son ciertas o tienen fundamento los episodios denunciados por Javier Verdugo, pero lo que sí es irrefutable es que el departamento que dirige Aída Alcaraz ha estado marcado por la inestabilidad y la polémica desde que empezó la legislatura. La sentencia contra el nombramiento de Angeles Gallardo como coordinadora de la Policía Local es una buena muestra de cómo se han tensado las cosas en el departamento policial. Y tampoco debemos olvidar que la propia Alcaraz participó en las bromas que Pablo Valdés hizo sobre la policía cuando se supo que no tenían ropa de invierno. Alcaraz, al igual que Valdés, tuvo que acudir hasta las oficinas policiales para disculparse. Lamentable.

Poca cintura. Han sido demasiadas polémicas, salidas de tono, desencuentros con Verdugo, quien tiene todo el derecho del mundo a ser considerado jefe de la Policía Local. Sin embargo, parece que al haber trabajado en la anterior etapa política le está resultando demasiado caro. Y aún está pendiente el recurso sobre el nombramiento de Gallardo. Si finalmente se desestima, Aída Alcaraz debería plantearse presentar su dimisión ya que parece improbable que el alcalde tome alguna decisión contundente contra ningún miembro de su gobierno.