Lo peor del escándalo Jaume Garau no se halla en la Conselleria Cultura, Transparència i Esports con la impactante dimisión de su titular Ruth Mateu. Lo más preocupante es la situación de debilidad en que se encuentra el vicepresident Biel Barceló, titular de la cartera clave de Turisme. De Barceló depende el grueso del Producto Interior Bruto balear, precisamente cuando estaba a punto de dar a conocer su anteproyecto de ley del alquiler turístico, norma clave del futuro del Archipiélago. De hecho, Podemos ya ha exigido un «cambio de rumbo» en la política turistica del Executiu a las puertas de una nueva temporada que se anuncia histórica, pero también de altísima saturación de visitantes.

Las aguas, a su cauce. Por el bien del interés general, lo más importante ahora es reclamar solidez e ideas claras en la Conselleria de Turisme. Balears precisa en estos momentos lucidez para abordar el nuevo concepto turístico ligado al alquiler vacacional y no peleas e intromisiones como la de Podemos, que aportan tensión donde debería existir serenidad. A ello hay que añadir que de este ‘nuevo modelo’ que pide Podemos podría depender, en la práctica, el reparto de los jugosos recursos que generará la ecotasa. Es otro factor a analizar en esta coyuntura de crispación interna dentro del Pacte y cuando aún no se ha esclarecido la autoría de quién ha hecho estallar la bomba Garau y con qué motivaciones.

Més per Menorca, indignada. El asunto ya ha producido efectos de enorme calado. Las palabras de Nel Martí al señalar que «el PSIB-PSOE y Més per Mallorca se cargan a Ruth Mateu para protegerse» son de una gravedad enorme. Es muy posible que tenga consecuencias parlamentarias. Esta indignación es una carga más a añadir al impacto moral que ha recibido el vicepresident Biel Barceló, piedra maestra en la estabilidad del Govern. Ocupa el puesto clave para calmar esta crisis, pero ni lo ha conseguido ni puede frenar a sus compañeros menorquines. Su debilidad va en aumento.